La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) está inmersa desde hace cerca de cuatro meses en un proceso para colocar en su organigrama un nuevo secretario general, una persona que dé mayor peso a esa organización, creada en 2008 para fortalecer la integración regional y la unión de sus naciones.

El nombre del expresidente de Paraguay Fernando Lugo, quien ha reconocido que ha recibido una oferta para ocupar el cargo, ha puesto de actualidad un tema que había sido abordado por los gobiernos del organismo en varias ocasiones durante los últimos meses, pero sin resultados.

Lugo, actual parlamentario por el izquierdista Frente Guasú (FG), aseguró que "algunos cancilleres de la región" le llamaron a fin de consultar su "disponibilidad" para ocupar el puesto.

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El exjefe de Estado afirmó que recibió la propuesta "sobre todo" por parte de Ecuador, país que alberga la secretaría general del organismo, "que se ha conectado también con el canciller de Bolivia y Argentina", y destacó que el presidente paraguayo, Horacio Cartes, le mostró personalmente su apoyo para desempeñar el puesto.

La silla del secretario general en Quito sigue mientras tanto ocupada por el venezolano Alí Rodríguez, todavía en funciones a la espera de su sucesor.

Rodríguez, quien ejercía desde junio de 2012, se despidió el 29 de agosto de este año, durante la última cumbre de la Unasur, celebrada en Surinam.

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Pero desde algún tiempo antes se pretendía aprovechar la salida de Rodríguez para dar mayor poder y más margen de maniobra al próximo secretario, ya que sus funciones están limitadas actualmente por el consejo de delegados, según lo explicó el canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño.

Colocar en este puesto a una persona con el perfil adecuado puede ser, a juicio de expertos, clave para que la Unasur cobre mayor impulso y, con ello, avance la integración latinoamericana, que constituye uno de los objetivos clave del bloque.

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Para el economista y analista político Eduardo Santos, "independientemente de que una personalidad esté el frente de la secretaría, lo importante es el contenido de Unasur, que es la gran esperanza de una unión de Sudamérica, región con el 25 % del agua dulce del mundo y con la mayor concentración de recursos renovables".

Pero no cabe duda de que una figura de relieve político realzaría al organismo latinoamericano, "porque los secretarios sugieren, (...) una figura política le da mucho realce, tiene más capacidad de sugerencia que cualquier otra", dijo Santos a Efe.

Lo que los líderes de la Unasur tienen claro es la necesidad de más integración regional y más peso político para tener una capacidad de control geopolítico más grande.

Los gobiernos del bloque tienen, pues, en sus manos la decisión sobre quién será el cuarto secretario general, tras el fallecido Néstor Kirchner, la excanciller colombiana María Emma Mejía y el venezolano Rodríguez.

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Hasta conocerse el ofrecimiento a Lugo, apenas había trascendido que existían sendos candidatos de Bolivia y Perú, pero no había sido posible lograr consenso, algo que el presidente boliviano, Evo Morales, atribuyó en octubre a "políticas bien diseñadas y bien definidas para que Unasur no avance rápidamente".

Morales relacionó esto con presiones procedentes de Estados Unidos y con la posición de países de la Alianza del Pacífico (a la que pertenecen Chile, Colombia, Perú, Costa Rica y México, los tres primeros, por cierto, también miembros de Unasur).

Lo que subyace, pues, es la existencia de diferentes concepciones en el seno de la Unasur o, como indica Eduardo Santos, que "hay un socialismo del siglo XXI más radical y otro más socialdemócrata", al igual que hay "gobiernos abiertamente pro Estados Unidos, como el de Juan Manuel Santos (Colombia), Ollanta Humala (Perú) y Sebastián Piñera (Chile) y en ese contexto consensuar es difícil".

El organismo suramericano está integrado por Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guayana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela.