De crisis en crisis, así parece funcionar el brazo legislativo de la primera potencia mundial. El centenario Partido Republicano vio su nombre pisoteado casi sin remedio; el presidente Barack Obama no pudo evitar que sus niveles de aprobación se hundan, y el país en general manchó su reputación de ser el más sólido espacio financiero del mundo tras 16 días de un ‘cierre’ federal.

El golpe más duro quedó para el Partido Republicano, ya que una parte importante de los legisladores usó el ‘cierre’ del gobierno federal y el límite de la deuda para forzar a Obama a disminuir los fondos de su reforma de salud pública o postergar su aplicación.

El partido fracasó en los dos frentes ya que Obama se mantuvo firme y se negó a pagar un “rescate”.

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El presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, incapaz de controlar a su propia bancada, se volvió una figura sin brillo y ahora es líder partidario apenas en el nombre.

En tanto, Obama, quien a los ojos del mundo quedó fragilizado y cuya aprobación bajó durante la crisis, por lo menos puede decir que mantuvo sus principios.

“El presidente consiguió lo que quería de forma que me parece que es el vencedor”, dijo James Thurber, profesor de la American University. “Pero está en una situación en que tendrá una enorme confrontación en diciembre”, cuando se deben aprobar el presupuesto y el techo de la deuda.

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Para el Partido Republicano queda ahora la difícil tarea de desactivar su Quinta Columna, la facción ultraconservadora Tea Party, que avanzó y conquistó nombres en el centro moderado del partido.

El Tea Party, el movimiento ultraconservador republicano que muchos declararon moribundo en las elecciones del 2012 cuando perdió varios escaños, se apoya en pequeños grupos de activistas y en los cheques en blanco de multimillonarios conservadores, y logró, pese a ser una minoría en el Congreso, “atar las manos” de Boehner, y el resto de líderes moderados del partido.

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El Tea Party “sigue teniendo mucho poder estratégico”, afirmó James Thurber, director del centro de estudios del Congreso y presidente en la American University de Washington.

Parte de la explicación está en la llamada regla Hastert, una directriz republicana por la que el presidente de la Cámara no permite que se vote ninguna ley a menos que tenga el apoyo de la mitad de los legisladores del partido. Si a los 50 o 60 simpatizantes del Tea Party en la Cámara se suman otros tantos republicanos que votan guiados por el temor de perder su escaño contra candidatos aún más conservadores en las próximas elecciones primarias, se supera enseguida la mitad de los 232 miembros del partido.

Pero el ascenso del Tea Party no es mera estrategia, dijo Tom de Luca, profesor de política en la Universidad de Fordham. “Es un reflejo de la creciente polarización de la política estadounidense, por la que el partido republicano se ha vuelto mucho más conservador en los últimos 30 años. Las diferencias entre los partidos tanto en el Congreso como en el activismo están en el máximo nivel que se recuerda”, apuntó.

Un sondeo del instituto Pew mostró que apenas el 30% de los estadounidenses tiene una opinión favorable de esa tendencia ultraconservadora.

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En este escenario, el Senado parece ser la única institución que salió de la crisis sin demasiadas heridas.

El venerable senador demócrata Harry Reid y el opositor republicano Mitch McConnell superaron todas las amargas diferencias en el Congreso para mantener canales de diálogo y alcanzar un acuerdo.

Lo cierto es que Obama carece de instrumentos constitucionales para sacar adelante sus reformas, mientras que la separación ideológica se ha profundizado dentro de un sistema pensado para gobernar por consenso y con las minorías, y que ahora se mueve en bloque.

Tras el ‘cierre’, Obama dijo que la clase política tiene el desafío de “recuperar” la confianza de los estadounidenses. Se mostró dispuesto a trabajar con ambas bancadas, pero alertó que “es necesario cesar de gobernar de crisis en crisis”.

 

Con miras a las elecciones: Las figuras durante la crisis de EE.UU.
Ted Cruz
Senador y líder de Tea Party

Emerge de la crisis como el indiscutido líder de la extrema derecha, cuando el partido aún debe escoger un precandidato presidencial para el 2016. Él encabezó la feroz lucha contra la reforma de salud y condujo a los radicales en el Congreso violando la tradición del Senado.

Barack Obama
Presidente de EE.UU.

El enrarecido ambiente político en Washington aún compromete el segundo mandato del presidente. “Obama debilitó al Partido Republicano, pero no mejoró materialmente su posición para hacer avanzar una agenda afirmativa”, opinó el politólogo Thomas Mann.