La menor de las dos niñas taromenanes, supuestamente raptadas durante la masacre que terminó con la vida de 30 indígenas de los pueblos en aislamiento voluntario, habría sido inscrita en el Coca (Orellana), por las familias que participaron en ese hecho.

Así lo afirmó el misionero capuchino Miguel Ángel Cabodevilla, autor del libro Una tragedia ocultada, minutos antes de ingresar a la Fiscalía, que lo citó para que rinda su versión en el caso que indaga la matanza de indígenas taromenanes, ocurrida en marzo pasado.

Según Cabodevilla, las niñas están en manos de dos familias de la comunidad huaorani, que al parecer las cuidan bien, pero que son quienes las raptaron.

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“Una vez más los huaoranis están tomando decisiones... Ellos no saben que eso no se puede hacer”, afirmó el misionero, al indicar que la persona que inscribió a la niña es muy conocida. Esto ocurre, agregó el misionero, debido a que nadie ayuda a este grupo a entender cuál es el límite de la legislación ecuatoriana.

La comparecencia de Cabodevilla ante la Fiscalía demoró unas cuatro horas. Inicialmente se lo citó para la semana pasada, pero él dijo que iría luego de la presentación de su libro, en el que recoge hechos relacionados con las muertes.

Al igual que el investigador fueron citados servidores de la población de Shell, para que informen lo que saben de la comisión de ese presunto delito.

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Previo a su comparecencia, Cabodevilla se declaró sorprendido por el hecho de que haya sido convocado siete meses después de que se conociera de los hechos que involucraron a miembros de los pueblos en aislamiento voluntario.