La convivencia lleva algo más de cuatro meses, pero la empatía cultivada denota años de amistad. Dieciséis estudiantes del bachillerato internacional del colegio Alemán Humboldt llegaron este año a Monte Sinaí para compartir actividades recreativas con niños y madres de familia del sector.

El encuentro se da todos los sábados durante cuatro horas. En ese lapso, los jóvenes y los menores elaboran manualidades, practican deportes como índor y tenis, y a las madres de familia les enseñan repostería.

Esto es parte del proyecto piloto Puentes, que desde este año impulsa Hogar de Cristo con el propósito de formar una red solidaria que contribuya al desarrollo social y económico en Monte Sinaí. La propuesta involucra también al colegio Javier, Fundación Católica, universidad Casa Grande, entre otras instituciones privadas.

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Los estudiantes del colegio Alemán llegaron con expectativas a Monte Sinaí por las múltiples necesidades que tiene el sector. Conocían que este año se ejecutaron varios desalojos a quienes, según el Gobierno, habitaron el sitio después de diciembre del 2010.

Como si se tratase de un aula pedagógica, el sábado 14, un grupo de alumnos del Alemán se sentó junto con los pequeños en el suelo de uno de los patios de la ONG. Los jóvenes repartieron la figura de un pescado plasmada en cartulina blanca y papel trozado de colores.

Luego de una breve explicación, los menores llenaron de colorido la imagen, bajo la supervisión de los estudiantes.

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“Ellos me recibieron demasiado bien. Me abrazaron y ni siquiera me conocían, y eso me hizo sentir bien porque a ellos les alegra que nosotros vengamos a ayudarlos”, dice María Isabel en relación con el primer día que compartió con los niños de 5 a 12 años.

Ella es parte de los estudiantes que cada sábado se suman al voluntariado de la Fundación Hogar de Cristo. “A veces no pueden venir porque no tienen cómo pagar el bus”, dice.

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En otra área de la fundación, un grupo de chicos jugaba índor con los niños. Ignacio, otro de los voluntarios, corrió igual que los pequeños, sudó, se cansó, pero el desgaste no mermó la alegría que experimentaba.

“Cuando un niño viene corriendo hacia ti y tú lo atrapas para empezar a jugar con él, nace un cariño especial”, sostiene el estudiante.

Fátima Perdomo, profesora del colegio y coordinadora de la brigada, señala que esta es la primera ocasión que los alumnos realizan voluntariado fuera de las instalaciones del plantel. La actividad es parte del programa de bachillerato internacional que tiene el establecimiento educativo.

Perdomo refiere que la labor es evaluada y representa una calificación para aprobar el año lectivo. Sin embargo, el compromiso de los chicos con la gente de Monte Sinaí va más allá, al punto que la mayoría no quiere cambiar de brigada para cumplir con otras actividades dentro del colegio.

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Odrín es parte de esos alumnos. Ella y otros compañeros enseñan repostería a las madres de familia. Desde temprano empiezan a preparar los dulces y bebidas que al final de la jornada se reparten a los niños.

Elvia Flores, quien vive en la cooperativa Sergio Toral 2 desde hace seis años, dice que las clases le han servido para elaborar postres y tortas para los cumpleaños de sus vecinos.

Jéssica Maridueña, coordinadora del proyecto Puentes, explica que los alumnos del colegio Javier acuden a las casas de niños que estudian en campamentos educativos de Monte Sinaí para apoyarlos en el refuerzo académico.

200 mil personas aproximadamente
Habitan en el sector de Monte Sinaí, al noroeste de la urbe.

 

El sector: Situación
Desalojos

En lo que va del año se han efectuado desalojos en las cooperativas Thalía Toral 1 y 2, Las Marías y Tres Hermanos, donde según el Gobierno, moradores llegaron después de diciembre del 2010.

Certificados de ubicación
En agosto pasado, la Secretaría de Asentamientos Irregulares empezó la entrega de certificados de ubicación geográfica en Monte Sinaí. Según la dependencia, ese documento garantiza el acceso a los proyectos que se efectúen allí.

Misión estudia desalojos
Esta semana una misión internacional, conformada por redes de derechos humanos, evaluará los desalojos efectuados y emitirá un informe.

Yo ya sé hacer tortas y dulces. A veces hago para las fiestas de mis vecinos. Me gusta mucho venir los sábados y cuando no puedo, pregunto qué fue lo que dieron para no quedarme atrás”.Elvia Flores, madre de familia

Esta iniciativa ayuda a todas las personas que vivimos aquí. Lo que aprendemos nos sirve para poder tener nuestro propio trabajo. A más de los niños, esto nos ayuda a nosotros también”.Mariuxi Rivas, asiste a cursos