De 15.000 pacientes, en julio, a 19.204, en agosto, se incrementó la atención médica en los subcentros del área de salud 7, que comprende 14 unidades de primer nivel ubicadas en sectores del centro, Ferroviaria, La Atarazana, Puná, San Eduardo y Jardines del Salado.

El aumento de cerca del 30% se debe –además del clima frío– a la prohibición de expender antiinflamatorios, analgésicos, expectorantes, antitusígenos y antigripales sin prescripción médica en las farmacias del país. Esta disposición fue dada por el Ministerio de Salud desde finales de julio.

Con esta medida se evita que las personas se automediquen y puedan enmascarar el cuadro clínico en caso de que sea la influenza AH1N1, explicó Roberto Pérez, jefe del área 7.

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Según las cifras del centro de salud 4, en Cuenca y Noguchi, y parte del área 7, se atendieron a 3.636 pacientes en julio y del 1 al 28 de agosto iban 3.742.

En la maternidad Francisco Jácome, del área 11 (noroeste), el aumento de pacientes también es evidente. En un espacio exterior ubicado junto a Emergencia, está el triage (selección). Ahí, más de cien personas, entre niños y adultos, esperan cada día a que los dos médicos que están en dos mesas los atiendan.

Y aunque la fila avanza cada cinco o diez minutos, los espacios que quedan se llenan rápidamente con nuevos pacientes. Unos preocupados y otros impacientes siguen en fila.

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Entre ellos, Patricia Figueroa, de 30 años. Ella acudió la semana pasada con sus dos hijas, de 7 y 5 años, con síntomas febriles, tos con flema, malestar y dolor en la garganta. “Hasta yo tengo un dolor de cabeza insoportable. Como tenía paracetamol para las bebes, les di, pero no tenía pastillas para mí y como en la farmacia no me quieren vender sin receta, de ley me toca venir”, señaló la habitante de Horizontes del Guerrero.

Tras dos horas de espera, Cinthia Camacho salió con su hijo de 6 años y una receta entre sus manos. El menor tenía fiebre, vómito y diarrea y le recetaron paracetamol y suero oral. En caso de que no mejore, debía regresar al siguiente día, dijo.

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Jenny Baldeón, en cambio, llevó a su hijo de 6 años y a su primo, de 5, que padecían de fiebre y tos. “Los traigo por precaución, como sé que anda la AH1N1 no quiero que se compliquen”, dijo la habitante de la cooperativa Sergio Toral III.

En esta casa de salud se atendieron en julio, en emergencia, a 8.486 pacientes; mientras que en agosto subió a 8.725.

En el sur, el centro de salud 3, ubicado en Francisco Segura y av. Quito, el incremento ha sido de 5.222 pacientes en julio a 5.809 en agosto.

“Es un incremento que está dentro de lo esperado. La medida de la prohibición ha sido beneficiosa... Aquí se les explica a los padres que si son procesos virales deben esperar a que sus defensas actúen. No deben desesperarse porque se les recete solo suero oral y paracetamol, porque eso es lo que necesitan”, señaló Rocío Ruiz, directora del centro. Allí se implementó un área de selección, de 07:00 a 09:00, desde hace tres meses.

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Mi hijo (6 años) tiene fiebre, vómito y diarrea. Le recetaron paracetamol y suero oral, nada más. Y me dijo que si hasta mañana no veía alguna mejoría que lo vuelva a traer”.