El Departamento de Agua Potable del cantón El Empalme funciona en los bajos del Municipio. Mariano Zambrano Zamora, dirigente del barrio del Seguro, llega a la ventanilla para reclamar por la ausencia de tanqueros en su sector debido al daño de una bomba de succión, lo que impide, explica, extraer agua del pozo que hay en el barrio Chiquita. Y exige con rudeza: “¡Me tiene que solucionar el problema hoy mismo!”.

El dependiente toma apunte del reclamo y apela a su paciencia. Zambrano insiste, el otro repite su respuesta hasta que el dirigente deja molesto el Municipio. “Yo tengo cisterna, pero no por eso voy a dejar de reclamar por mi gente”, fustiga.

El daño ocurrió el lunes 26 de agosto. Dos días después, los tubos y válvulas están fuera de sitio. Un custodio del pozo dice que espera que llegue un equipo que limpie la tierra pegada a las paredes del foso, que enturbiaba por ratos el agua que recibía parte de la cabecera cantonal de El Empalme.

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A sus 42 años de vida política, con una población de 74.451 habitantes, según el censo del 2010, el cantón no supera sus deficiencias en el servicio de agua. Prácticamente toda la población depende de tanqueros, que estos días exhiben avisos que publicitan el nombre del vicealcalde Rodolfo Cantos.

Habitualmente los abastecedores venden el líquido a $ 0,60 el tanque, pero el miércoles 28 fue gratis. Al menos no le cobran a Héctor Bazurto ni a otros vecinos de las calles César Borja y Salinas. Él cree que esa cortesía viene del vicealcalde porque se postularía a la Alcaldía. El cargo lo ejerce Washington Álava Sabando, desde el 2005.

El Empalme cuenta con redes domiciliarias de agua, por lo que el Cabildo factura el consumo. Pero Bazurto, Henry Chávez y otros habitantes fustigan el cobro si reciben el líquido de forma esporádica. La protesta se multiplica: “A veces solo hay diez minutos de agua”. “Compramos a los tanqueros y tenemos tremendas deudas en el Municipio”. “Créame, la señora de la esquina nunca ha tenido una gota de agua y debe (dinero)”, son algunos alegatos.

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Una planta potabilizadora, que capta agua de un río, está lista luego de cuatro años. Según Rafael Mendoza, funcionario municipal a cargo del sistema, producirá 280 litros por segundo y eso permitirá al cantón tener agua las 24 horas.

El proyecto incluyó la obra de nuevas redes domiciliarias, pero no la dotación de medidores. “Hay que hacer un nuevo contrato”, admite Mendoza, quien promete que hasta mientras se usará la conexión antigua. “Ya hicimos las pruebas, nos faltan unos tanques de cloro y empezaron a distribuir agua”, dice.

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Pero el aviso del plan de agua resulta añejo y los habitantes desconfían de su ejecución. “El alcalde se equivocó de calendario, dijo ocho meses y han sido cuatro años”, ironiza Chávez.

Alguna vez la cabecera cantonal tomó agua de siete pozos, pero ahora quedan tres operativos, incluido el del barrio Chiquita, pero por la avería de la bomba, los tanqueros van a abastecerse en los pozos de los barrios La Capiscara y Las Tecas.

 

Planta procesadora: De agua
Proyecto

El costo de la planta de agua alcanzó los $ 5’700.000, pero con obras complementarias, el precio total bordeó los 8‘000.000, según Rafael Mendoza, funcionario municipal a cargo del sistema.

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