Mientras la comunidad internacional condena la represión en Egipto, de las fuerzas de seguridad contra los partidarios del presidente derrocado Mohamed Morsi, que el pasado miércoles dejó, al momento, 638 muertos y 3.700 heridos, varias empresas multinacionales han anunciado el cierre de sus actividades debido a la crisis política que sacude este país.

La mezquita de Al Iman, en el este de El Cairo, se transformó ayer en una morgue improvisada con decenas de cadáveres hacinados. Entre lágrimas y rezos, hombres y mujeres iban y venían desesperados tratando de identificar, entre los cuerpos mutilados, a algún familiar.

Los Hermanos Musulmanes (partidarios de Morsi) llamaron ayer a sus seguidores a participar en los funerales de los fallecidos por la represión policial y que salgan hoy a las calles en lo que han denominado “viernes de la cólera”.

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Sin embargo, las autoridades egipcias autorizaron ayer a la policía a que use fuerza letal para proteger de ataques a las instituciones estatales clave y a sí mismos, después que partidarios de Morsi incendiaron dos edificios del gobierno local en Giza, cerca de El Cairo, y murieron 9 policías y militares.

Los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU esperan que “las partes en Egipto muestren un máximo de contención”, declaró ayer la presidencia argentina del Consejo.

La embajadora argentina María Cristina Perceval dijo que los quince países miembro del Consejo “deploran las pérdidas humanas” y esperan el fin de la violencia así como un avance hacia la “reconciliación nacional”, al resumir a periodistas los resultados de la reunión de consultas a puerta cerrada.

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La presidencia egipcia criticó la condena del mandatario estadounidense, Barack Obama, de la represión militar ya que puede “alentar a los grupos armados violentos”. Obama canceló ayer el ejercicio militar conjunto con Egipto.

El fabricante de vehículos estadounidense General Motors anunció el cierre temporal de su oficina en El Cairo y suspendió su producción. Asimismo, Shell, la mayor petrolera europea, cerró sus oficinas y limitó los viajes de negocios en Egipto. El gobierno de Filipinas instó ayer a los seis mil filipinos que residen en Egipto a salir del país.