Centenares de personas rindieron homenaje este lunes a las 79 víctimas del accidente ferroviario de Santiago de Compostela en un funeral en la catedral de la ciudad, lugar célebre de peregrinación mundial que estos días se ha teñido de luto.

El día después de que el conductor, Francisco José Garzón Amo, fuera imputado por 79 presuntos homicidios imprudentes, las familias de las víctimas acudieron a la catedral acompañados por miles de personas que se congregaban en los alrededores.

Mientras las campanas tocaban a muerte, el príncipe heredero, Felipe, su esposa, Letizia, y el jefe de gobierno, Mariano Rajoy, oriundo de la ciudad, llegaban al edificio vestidos de riguroso luto.

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"Familias que habéis perdido a vuestros seres queridos: desde el primer momento os hemos tenido en nuestro corazón, como también os han llevado en su corazón Galicia, España y tantas personas más allá de nuestras fronteras", dijo en su homilía el arzobispo de Santiago, Julián Barrio, a los presentes, muchos cabizbajos y sin poder contener las lágrimas.

La adyacente plaza del Obradoiro, escenario desde el pasado jueves de un homenaje espontáneo a las víctimas con flores, velas y ofrendas, se llenó poco a poco, mientras miles de personas seguían el funeral mediante una pantalla en la cercana cercana plaza de Quintana.

"He venido aquí porque soy de Santiago y porque tengo personas muy próximas que murieron en el accidente y conozco a sus familias", dijo Mari Carmen Figueroa, de 60 años.

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"Y aunque no las conociera también habría venido", añadió.

La ceremonia se organizó una vez la mayoría de las víctimas fueron enterradas en sus municipios de procedencia.

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Los memoriales y el duelo comparten protagonismo con la investigación de las causas de la tragedia, que apuntan principalmente al exceso de velocidad del convoy.

Francisco José Garzón Amo, de 52 años, conductor desde el año 2003, fue imputado el domingo por "79 delitos de homicidio, todos ellos cometidos por imprudencia" y quedó en libertad con cargos, anunció el tribunal regional de Galicia.

El maquinista, que habría admitido "un despiste" ante el juez, según señala el diario El País, quedó en libertad provisional sin fianza, pero tendrá que comparecer cada semana en el juzgado y durante seis meses no podrá conducir trenes ni abandonar el país sin autorización.

Garzón es sospechoso de no haber frenado a tiempo en la entrada de un tramo en el que la velocidad autorizada pasa de 220 a 80 km/hora, a 4 km de la estación de Santiago de Compostela.

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Fue en este lugar, en una curva peligrosa, donde tuvo lugar el accidente que hizo descarrilar a las dos locomotoras y los ocho vagones del convoy cuando, según confesó el conductor, corría a 190 km/h.

Este dato podrá confirmarse el martes cuando la policía científica proceda a la "extracción de datos" de las cajas negras del tren, informó una portavoz judicial.

Tras ser detenido el jueves cuando aún se encontraba en el hospital, Garzón llegó el domingo al juzgado esposado y un hematoma en la frente.

Su comparecencia ante el juez instructor Luis Alaez, que duró cerca de dos horas, se produjo el mismo día en que el gobierno de Galicia elevó el balance de víctimas mortales a 79 por el fallecimiento de una mujer de nacionalidad estadounidense.

Con ella, suman ocho el número de extranjeros fallecidos, entre los que figuran una mexicana, una dominicana, una venezolana y un brasileño. Además, todavía quedan 69 heridos ingresados, 22 de ellos en estado grave.

Mientras casi todos los dedos señalan al conductor, descrito por sus compañeros como un profesional irreprochable, empiezan a surgir interrogantes sobre las condiciones de seguridad de la vía, donde circulan tanto trenes de alta velocidad como convencionales.

El polémico tramo no dispone de un sistema de frenado automático en caso de exceso de velocidad.

Según el periódico El Mundo, Gonzalo Ferre, presidente de Adif, empresa que gestiona la red ferroviaria española, habría reconocido que el accidente se podría haber evitado si la vía hubiera estado equipada con un sistema de seguridad de frenado ERTMS, instalado habitualmente sobre los raíles de alta velocidad.

Además, el mismo periódico publicó el domingo la hoja de ruta del tren, donde se informa de la necesidad de reducir la velocidad de 220 a 80 km/h antes de esa curva, pero sin precisar el momento exacto, decisión que deja a expensas del conductor.