¿Por qué califica las versiones de la entrevista entre Bolívar y San Martín como “relatos imaginarios” generados por la “supuesta naturaleza secreta” de la cita?
Porque siempre se nos dijo que la entrevista había sido secreta, que solo habían entrado San Martín y Bolívar a un cuarto, cerraron la puerta y nunca se supo qué se dijeron. A partir de eso se han hecho novelas. Los novelistas han imaginado de qué hablaron, pero la mayoría de la imaginación piensa que la temática era el destino de Guayaquil: si iba a ser para el Perú o iba a ser para Colombia. Se piensa que, como en ese momento San Martín era el protector del Perú y Bolívar venía como presidente de Colombia, lo que ellos negociarían era lo que en ese momento estaba resolviendo la Junta Electoral de Guayaquil (la anexión a uno de los dos poderes).

El director de Cultura Municipal de Guayaquil, Melvin Hoyos, sostiene que existen documentos que respaldan que lo central de la conversación fue el tema de Guayaquil, por ejemplo, en la Academia de Historia de Argentina.
Estamos reviviendo una polémica de 1952. En los 50 todo se sostenía con base en un documento apócrifo, que había sido fabricado y eso fue comprobado. Ese documento no está en ningún archivo, sino que está anexado a un libro que se llama: Viajes alrededor del mundo y naufragios célebres, publicado en 1844 por Gabriel Lafond de Lurcy. En ese documento, el Protector (San Martín) se queja de Bolívar diciendo que él no le quiso dar auxilio militar para liberar al Perú. Eso sostenía la Academia Argentina de la Historia. Ellos decían que ese documento era verdadero. Entonces un historiador venezolano, Vicente Lecuna, quien hacía una reunión de cartas de Bolívar, dijo que eso no era cierto. Él recogió los testimonios falsos sobre la entrevista de Guayaquil, documentos, incluyendo el que hallé, en el que decía que ese documento es falso y que lo que realmente se trató fue la suerte del Perú.

¿Con esas fuentes se afirma que la suerte de Perú era el tema?
Lo que tenemos aquí son dos libros copiadores de todos los despachos que el secretario general de Bolívar, José Gabriel Pérez, mandó y firmó, entre el 22 y el 29 de julio de 1822. Yo tengo la copia firmada por Pérez, pero resulta que si yo sigo leyendo las siguientes cartas enviadas a (Antonio José de) Sucre, confirmo que la situación del Perú era lo fundamental. El 11 de septiembre de 1822, dos meses después de la reunión en Guayaquil, Pérez escribe una carta a Sucre. Tres páginas más adelante del documento que hallé sobre la entrevista de Guayaquil está una carta dirigida a Sucre, en la que le dice Pérez: “S. E. (Su Excelencia) el Libertador no ha dejado de pensar un instante en la suerte del Perú desde que tuvo la entrevista en Guayaquil con el general San Martín...”. Ahí se confirma que Perú fue el tema principal.

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¿Los hechos que originaron la entrevista en Guayaquil entre Bolívar y San Martín, así como los resultados políticos que se habrían derivado de esta fueron contados desde la óptica de historiadores de varios países, marcados más por la simpatía hacia uno u otro libertador?
No solamente por la simpatía, sino también por la afiliación política. Imagínese para un historiador argentino hoy contar que San Martín es monárquico. Los argentinos sufren con San Martín porque es su ídolo, por eso fabricaron el documento falso para elevarlo moralmente. Las visiones políticas posteriores van reutilizando el pasado, abusando del pasado como lo hace Chávez con Bolívar. Usan el pasado para proyectos políticos posteriores, pero los documentos ahí están.

Historiadores guayaquileños como Camilo Destruge o Abel Romeo Castillo ya hablaban de que la reunión de Bolívar y San Martín versó fundamentalmente sobre el futuro de Perú. ¿Cuál es el aporte principal que hace su hallazgo a la historia?
Que revive la polémica. Esta polémica ya se dio en los años 50. Nosotros no habíamos nacido y la polémica fue entre argentinos y venezolanos. Los ecuatorianos y colombianos no participamos en la polémica. Yo no estoy descubriendo el agua tibia. El ingrediente es que tenemos el documento original en Quito, no es un documento apócrifo.

El problema de fondo es que durante algunas épocas a la historia se la vuelve sagrada y se la recita como recitar la Biblia... Los historiadores somos destructores de mitos”.