Ariel Castro, un hispano que mantuvo secuestradas a tres mujeres en su casa en Cleveland sometiéndolas a violaciones y palizas durante una década, se declaró ayer culpable para evitar la pena de muerte.

Castro, un puertorriqueño de 53 años, dijo a un juez que era adicto a la pornografía, que padecía un “problema sexual” y que él mismo había sido víctima de abuso sexual hace mucho tiempo.

A cambio, los fiscales recomendaron que Castro sea condenado a cadena perpetua sin derecho a libertad condicional, más 1.000 años de prisión. La sentencia está programada para la próxima semana.

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Castro dijo que comprendía que nunca saldría de la cárcel, e indicó que esperaba que le dieran “con todo” cuando fuera sentenciado. Posteriormente agregó que lo supo desde que habló por primera vez con el agente del FBI cuando fue detenido.

Si el acuerdo entre Castro, acusado de 977 cargos, y la parte acusadora es aceptado por el juez, no se llevaría a cabo un juicio y sus víctimas no tendrían que testificar.