En esa esquina, Pavito no vende pan con queso, mantequilla o mortadela como es común. No, él ofrece: pan con helado. Una combinación que a algunos asombra. Antes de probarla, vamos al inicio de la historia.

El milagreño Kléber Freire Morán –conocido como Pavito– es hijo de Raúl Freire Espinoza, tradicional heladero del que heredó el oficio y también el apodo. A sus 41 años, recuerda que su padre recorría las calles de Milagro vendiendo el típico helado en palito, luego helados batidos de frutas que él mismo preparaba y que cuando los servía, le agregaba una cucharadita de mermelada.

“Él murió cuando yo tenía 14 años y lo único que nos dejó fue su oficio”, comenta.

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Con Raúl, su hermano mayor, ahora son los únicos heladeros de la familia.

Todos los días, a las 11:00, en la esquina de Juan Montalvo y Eloy Alfaro, él estaciona su carretilla metálica y en la que se lee: “Helados Pavito”.

El negocio está en plena vía, buses y carros livianos ruedan cerca. Los peatones van y vienen. Papás se detienen ante la insistencia de sus hijos; también colegiales y otros clientes, incluso los que a bordo de vehículos hacen pedidos a Pavito, a grito pelado. Y él les acerca el dulce, ese inusual sándwich.

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Mientras bate el helado me va contando su historia. Hace cerca de 30 años empezó a venderlo ambulantemente. Hace 20 se estacionó en esa calle. “En esta esquina hay helados de lunes a domingo”, dice Pavito luciendo un corte de cabello casi militar pero con un curioso mechón.

Cuenta que todos los días se levanta a las 06:00 a preparar el helado, a batir la fruta. A las 10:00, el dulce está listo.

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En la esquina de Pavito, todos los días, el helado tiene un sabor diferente: el lunes, naranjilla; el martes, guayaba; el miércoles, coco; el jueves, ron pasas; el viernes, chocolate; el sábado, frutilla; y el domingo cualquiera de esos sabores u otro especial. El helado que va servido en barquillos cuesta 30 centavos; en vasos, según los tamaños, 50 y 65 centavos o un dólar. El pan con helado vale 50 centavos.

“Yo puse el pan con helado aquí en Milagro”, afirma. Ocurrió en 1997 y empezó costando 500 sucres. Pregunto cómo nació la idea de esa combinación y honestamente cuenta que cierto día un manabita le preguntó si vendía pan con helado. Pavito, asombrado, averiguó cómo era eso. El tipo le contó que en Manabí lo vendían así.

“Él me dio esa idea. Comencé a hacerlo utilizando un pan suave y redondo de sal con helado y un toque de mermelada. Vendía hasta 200 panes al día, ahora unos 120 porque otros heladeros también lo ofrecen”, dice Pavito ofreciéndome un pan con helado de frutilla.

En tono medio ceremonioso, dice: “Invito a la gente de todo el país a que se dé una vuelta por Milagro y venga a probar mi delicioso pan con helado”.

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Devoro el helado pensando que no solo de pan vive el hombre, de vez en cuando, necesitamos un pan con helado.

Nuestro helado se lo prepara con amor. La gente lo prefiere porque está hecho con pura fruta, no con sabores artificiales ni colorantes. Aquí el helado de coco es de coco”.Kléber Freire Morán Heladero