SILVIA COELLO

Regreso a la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica después de 30 años. Ahí estudié dos años de esa carrera antes de decidirme por el periodismo. Voy directo al decanato y no necesito anunciarme porque Florencio Compte sale a recibirme con la misma sonrisa, calidez y cariño que me brindó cuando fue mi compañero en esos dos años, y desde entonces amigo de toda la vida.

Él no solo continuó la carrera y se graduó de arquitecto, sino que hoy es el decano de esa facultad. “Nunca me fui”, dice. Y es que antes de graduarse, en el 87, ya trabajaba en un proyecto de investigación de la facultad y era profesor de los alumnos del preuniversitario. Ya graduado dio clases de Teoría de la Arquitectura a los alumnos de cuarto curso, casi que contemporáneos suyos.

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Y es que Florencio siempre fue paciente y le gustaba enseñar y ayudar a sus compañeros. Siempre tuvo el don de entenderlo todo con facilidad: cálculo, estructura, geometría descriptiva, perspectiva y esas materias por el estilo que para muchos resultan indescifrables.

“Para mí, no es un trabajo dar clases, yo lo disfruto, te obliga a estar actualizado y el trato con los estudiantes es enriquecedor, trato de mantener una relación siempre cordial con ellos, para que disfruten lo que aprenden. Me gusta entusiasmarlos”, dice con la misma voz alegre de siempre.

Disfruta también de su experiencia como decano. “Conozco muy bien la facultad y cómo funciona la universidad y hay mucho por hacer como fortalecer redes de investigación, cambios curriculares,  con la nueva ley la universidad en general ha tenido un sacudón que necesitaba”, comenta entusiasmado.

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Análisis espacial y arquitectura medieval son algunas de las materias que ha enseñado. Es que le encanta la historia y la investigación. Junto con Pablo Lee trabajaron por años en   El inventario de la historia de la arquitectura de Guayaquil,  y ese proyecto lo vinculó a otros, del que surgieron libros en los que ha participado, como Patrimonio arquitectónico y urbano de Guayaquil, Lectura histórica de la ciudad, Ciudad y arquitectura republicana en el Ecuador, Arquitectos de Guayaquil, Guayaquil al vaivén de la ría,   entre otros.

“Ya eres un referente de la historia de la arquitectura local”, le digo. “Sin querer uno se convierte en experto”, responde con esa modestia que lo caracteriza.
Florencio, que creció entre libros y cuadros ya que su familia siempre cultivó la lectura y el arte, se muestra complacido de que en los últimos años ha habido un incremento significativo de alumnos en arquitectura. “Esto como resultado del  boom  de la construcción en la ciudad”,  comenta. “Ahora los graduados de esta facultad salen y encuentran trabajo”, dice orgulloso. A él particularmente nunca le ha interesado mucho la parte de la construcción, pero sí el diseño. Ha diseñado la remodelación de algunas facultades y biblioteca de la U. Católica,  casas en la vía a la costa y en Pedernales, Manabí.

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¿Cómo son los estudiantes de ahora? “Nosotros estábamos mejor formados, llegan con muchas falencias en su formación académica”, dice Florencio, quien fue abanderado en la primaria en el Abdón Calderón, y en la secundaria en el Espíritu Santo. “La gente debe creer que eres un nerd”, le comento. Pega una carcajada y enseguida responde: “Nada que ver, farreaba de lo lindo cuando estudiaba, nunca me maté estudiando, nunca me amanecí estudiando y siempre me fue superbien. Es antipático decirlo, pero a mí jamás me costó estudiar, siempre fui bueno para las matemáticas y para el dibujo”.

Finalmente quedamos en que le debo una visita, pues después de muchos años ha ampliado muchísimo su colección de obras de arte.