La milicia radical islámica somalí Al Shabab causó este miércoles 15 muertos y 18 heridos en un ataque con coche bomba perpetrado contra el recinto de las Naciones Unidas en Mogadiscio, que fue asaltado por los fundamentalistas.

En una rueda de prensa, el ministro somalí del Interior, Abdikarim Guled, explicó que, entre los quince fallecidos, figuran cuatro trabajadores extranjeros, cuatro guardias de seguridad y siete milicianos de Al Shabab.

Sobre los empleados extranjeros, Guled se limitó a precisar la nacionalidad de dos de ellos: un sudafricano y un keniano.

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El ataque comenzó alrededor del mediodía local con la explosión de un coche bomba suicida, a la que siguió el asalto al complejo de la ONU de un número indeterminado de miembros de Al Shabab.

Tras aproximadamente un hora de tiroteos, la Misión de la Unión Africana en Somalia (AMISOM) y el primer ministro somalí, Abdi Farah Shirdon, aseguraron que las tropas somalíes y las de la fuerza multinacional habían retomado el control del recinto.

"Mientras UNSOM (la delegación de la ONU en el país del Cuerno de África) y nosotros reconstruimos Somalia, ellos (en referencia a Al Shabab) no ofrecen sino sufrimiento y destrucción. Alá los condenará", sentenció el primer ministro.

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El representante especial de la ONU para Somalia, el británico Nicholas Kay, se declaró "conmocionado y horrorizado" por el atentado.

"Fue un acto de flagrante de terrorismo y un intento desesperado de descarrilar a Somalia en su camino (emprendido) hacia la recuperación y la construcción de la paz", aseveró Kay en un comunicado emitido desde Mogadiscio.

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"Afortunadamente, la gran mayoría de nuestro personal resultó ileso", indicó el representante de la ONU, quien envió su pésame a los familiares y amigos de las víctimas, y aseguró que la ONU, pese al ataque, seguirá apoyando al pueblo de Somalia.

Una versión distinta ofreció Al Shabab, que calificó a las Naciones Unidas de ser "un mercader de muerte y una fuerza satánica del mal" con "un largo y vergonzoso historial de difusión de pobreza, dependencia y descrédito".

Los integristas no tardaron en atribuirse el ataque y afirmaron, a través de su cuenta de Twitter, haber acabado con unas 35 personas en su ataque.

El recinto de la ONU en Somalia se halla en la fortificada zona aledaña al aeropuerto de la capital somalí, y sus edificios se encuentran rodeados de altas verjas coronadas por alambre de espino y protegidos por varias filas de sacos de arena.

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A pesar de los avances logrados el año pasado en el terreno político, Somalia se encuentra todavía inmersa en un prolongado y complejo conflicto armado.

Las tropas de AMISOM, el Ejército somalí, las Fuerzas Armadas etíopes y varias milicias progubernamentales combaten a Al Shabab, la milicia fundamentalista islámica dominante desde el 2006.

Al Shabab, que anunció en febrero del 2012 su unión formal a la red terrorista Al Qaeda, lucha supuestamente para instaurar un estado islámico de corte wahabí en Somalia.

Aunque las tropas aliadas arrebataron a finales del pasado septiembre a los fundamentalistas su mayor bastión, la ciudad costera sureña de Kismayo, los radicales todavía controlan buena parte del centro y el sur de Somalia, donde el frágil Ejecutivo del país aún no termina de imponer su autoridad.

Somalia vive en un estado de guerra y caos desde 1991, cuando fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barré, lo que dejó al país sin un gobierno medianamente efectivo y en manos de milicias radicales islámicas, señores de la guerra que responden a los intereses de un clan determinado y bandas de delincuentes armados.