Saborear un agua fresca de coco en la playa es un pequeño placer aún abordable en Brasil. Pero alojarse, comer en un restaurante o desplazarse en este vasto país se ha convertido en un lujo: los precios figuran entre los más caros del mundo.

Puerta de entrada del turismo a Brasil, Río de Janeiro, que acoge desde el 15 de junio la Copa de Confederaciones, en julio la Jornada Mundial de la Juventud católica (JMJ) y la primer visita internacional del papa Francisco y en 2016 los Juegos Olímpicos, es el epicentro de la escalada de precios.

Hoy, Río es la tercera ciudad más cara del mundo en materia de alojamiento: una habitación de hotel cuesta en promedio 246,71 dólares, más que en Nueva York (245,82 dólares) y París (196,17 dólares), según un estudio de Embratur, la empresa de turismo del gobierno brasileño, difundido la semana pasada.

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Victor Mameaux y Damien Lambrecht, dos parisinos de 32 años, acaban de visitar la "cidade maravilhosa". Alquilaron un apartamento de 20m2 en Copacabana durante 15 días, por 1.320 dólares, ya que los barrios de Ipanema y Leblon, más exclusivos, son también más caros.

"Llegamos con los clichés 'Río ciudad barata e insegura', ¡pero es exactamente al revés!", declaró Mameaux a la AFP.

"En un restaurante de Ipanema, un mediodía, pagué 40 dólares una 'feijoada' (comida típica brasileña a basa de frijoles, arroz y carne de cerdo), sin la bebida: es más caro de lo que pago en París", añadió.

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En 10 años, los precios en los restaurantes subieron un 140%, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE, estatal).

"Todo es caro, salvo los cigarrillos", resumió Lambrecht.

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"Nunca nos sentimos inseguros, y menos aún en la favela que visitamos", Doña Marta, la primera en ser reconquistada por la policía y militares de manos de narcotraficantes en 2008.