Fue el hogar de las civilizaciones más antiguas. Por eso los europeos la llamaban Persia hasta cuando el Reza Shah o emperador pidió en 1935 a los organismos internacionales que a esta nación se la denominara Irán. Treinta y cuatro años después (1979), tras la revolución liderada por el ayatolá Ruhollah Jomeini, fue proclamada, mediante referendo, República Islámica de Irán.

Su historia está marcada por episodios sangrientos. Los cambios ‘occidentales’, como el voto femenino y la reforma agraria, que quiso implantar el último emperador en la década del 70 tuvieron un efecto contrario. El aumento de la pobreza y el enriquecimiento de la oligarquía desencadenaron en protestas. Decenas de muertos por la represión fue el saldo que terminó con la dimisión del Shah y la instauración del régimen teocrático hace 34 años.

La República Islámica de Irán, con 75 millones de habitantes, es hoy temida y cuestionada, principalmente por Estados Unidos, por su polémico programa nuclear, su apoyo a grupos extremistas en Medio Oriente que se enfrentan a Israel y por su acercamiento a los países latinoamericanos de tendencia izquierdista.

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El ayatolá Ali Jamenei es el líder supremo en este país donde el 90% es musulmán chiíta. Es el que designa al jefe del poder judicial, a los líderes militares, a los directores de medios de comunicación y a los líderes de las plegarias de los viernes.

También es el que designa a seis de los doce integrantes del Consejo de Guardianes, el cuerpo de mayor influencia en este país y el que aprueba todas las leyes. Su poder llega hasta el punto de vetar a los candidatos a elecciones parlamentarias, presidenciales y a la Asamblea de Expertos. Tanto así que de los 686 candidatos presidenciales inscritos, solo fueron autorizados ocho para las votaciones del próximo viernes. Los principales opositores a la línea islámica fueron excluidos.

El presidente Mahmud Ahmadineyad, quien gobierna desde el 2005, ha mantenido diferencias con la mayoría del Parlamento (controlado por partidarios del ayatolá). También con Jamenei, quien le ha ido retirando su apoyo tras reintegrar, en abril pasado, al ministro de Inteligencia que él había destituido, por lo que se prevé que tendría dificultades en lo que queda de su gobierno hasta mediados del 2013.

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La disputa por ser el sucesor del actual presidente está entre cinco conservadores, dos reformistas moderados y un tecnócrata independiente. Pero, según la prensa internacional, la atención se centra en tres favoritos: Said Jalili, secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional y jefe negociador nuclear de Irán; el alcalde de Teherán (su capital), Mohamad Bagher Qalibaf; y, Ali Akbar Velayati, asesor del líder supremo. Ellos tienen mayor presencia en los medios. El resto, según sus portavoces de campaña, ven limitado su espacio.

Jalili, veterano de la guerra de Irán-Irak (1980-88), representa a Jamenei en el Consejo Supremo de Seguridad Nacional, encargado de las negociaciones nucleares con los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (EE.UU., Francia, Reino Unido, Rusia, China y Alemania).

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Según Jalili, Irán es uno de los 10 países con la tecnología nuclear más avanzada en el mundo y que seguirá con la política de resistencia. Otros candidatos con menos preferencia, como los ultraconservadores Gholam Ali Hadad Adel y Mohsen Rezaei y el tecnócrata Mohamad Gharazi también han expresado que mantendrán los postulados del régimen frente a las sanciones internacionales, en especial en materia nuclear.

Desde 1979, Estados Unidos y otros países, por medio del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, han impuesto sanciones económicas, diplomáticas y comerciales para la venta de armas y así bloquear sus intenciones nucleares. A inicios de este mes introdujeron otras restricciones contra las financieras que realizan transacciones en moneda nacional (el rial) y empresas que suministren bienes o servicios del sector automovilístico.

EE.UU., opuesto al polémico programa nuclear iraní, por su apoyo al Hezbolá y a la violación de derechos humanos, ha centrado su atención en estas elecciones y ha advertido a Irán que si no muestra progresos de cooperar con la investigación nuclear de la ONU hasta septiembre, en que será la reunión del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), se trabajará con otros miembros, para adoptar ‘acciones’.

Ahmadineyad ha reiterado que las sanciones impuestas por la ONU han tenido un relativo impacto, pero no han sido muy significativas. Pero la mayoría de los candidatos presidenciales, que el pasado 31 de mayo participaron por primera vez en la historia de este país en un debate televisado, señalaron como problemas preocupantes la inflación, la pobreza, la falta de vivienda y la política exterior. A pesar de que es el segundo productor de petróleo y gas en el mundo, las ganancias -según analistas- no han sido utilizadas efectivamente para superar problemas económicos. Las cifras oficiales lo revelan: La inflación, hasta marzo pasado, llegó a un 31,5%, el desempleo en un 15% y el aumento del costo de la vivienda, en moneda local, en un 80% en dos años.

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La revista británica The Economist, en su informe sobre miseria, difundido en el 2012, ubicó a Irán en el tercer lugar en el ranking mundial.

Algunos de los candidatos, que hicieron alusión a las sanciones que agravan la economía iraní, señalaron que mejorar las relaciones internacionales es una de las vías. Desde su posesión Ahmadineyad ha dirigido su mirada hacia Latinoamérica, en especial Venezuela, Ecuador, Bolivia y Brasil.

En el 2007 se empezaron a estrechar aún más los lazos. Venezuela, con el presidente fallecido Hugo Chávez, fue su puerta de entrada a América Latina. A Ecuador, con el que mantenía relaciones diplomáticas desde 1973, llegó por primera vez cuando Rafael Correa fue posesionado en el 2007. Irán respaldó a Ecuador para ingresar nuevamente a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). En diciembre del 2008, Correa realizó una visita oficial a Irán.

Ambos países mostraron su intención de afianzar los lazos comerciales y diplomáticos. Al año siguiente Irán abrió una embajada en Quito y en el 2011, para evitar el lavado de activos, firmaron un convenio para intercambiar información financiera y bancaria.

 

Detalles: Lo que dije
Alí Jamenei
líder supremo de Irán

“Cada voto será un voto de confianza en la autenticidad de las elecciones y en el sistema”.