La Organización de Estados Americanos (OEA) acordó el jueves pasado una hoja de ruta para renovar la lucha contra el narcotráfico a partir del 2016, ante el fracaso de la estrategia de Washington, pero con serios desacuerdos sobre la despenalización de las drogas.

Al concluir el 43º periodo de sesiones de la Asamblea General de la OEA, los ministros acordaron en la ciudad de Antigua, Guatemala, convocar a una sesión extraordinaria en el 2014 para perfilar la estrategia que regirá del 2016 al 2020.

“Se pudo romper al tabú para iniciar una discusión contra las drogas con propuestas nuevas que busquen reducir la violencia. Ahora debemos avanzar a temas mucho más concretos”, declaró a la prensa el presidente guatemalteco, Otto Pérez, al señalar que la despenalización es un escenario “que ha ido avanzando” pero aún es una alternativa a analizar.

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Los ministros coincidieron en la Declaración de Antigua en la necesidad de una estrategia “integral”, que vaya más allá de la represión policial y militar de la guerra antidrogas que impulsa EE.UU. desde hace 40 años.

Una nueva política deberá incorporar el “respeto a los derechos humanos”, “la salud pública, educación e inclusión social”, y acciones preventivas contra el crimen organizado, según la declaración.

La Asamblea, a la cual asistió el miércoles el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, concluyó con casi cinco horas de retraso, debido a que los cancilleres se enfrascaron en discusiones en torno a mociones de Ecuador contra mecanismos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

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En dos días de sesiones, los cancilleres discutieron un estudio de la OEA con escenarios para enfrentar la violencia del narcotráfico que desangra al continente. Las discrepancias sobre cómo lidiar con las drogas quedaron en evidencia.

Pero en la otra acera está, además de Guatemala, Uruguay, que más allá de despenalizar el consumo, debate un proyecto para legalizar la producción y distribución de cannabis.

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La canciller de Perú –segundo productor de cocaína, después de Colombia– sentenció: “Nos encontramos en un punto de quiebre. Ha llegado la hora de tomar decisiones”.

En el ojo del huracán, Estados Unidos estuvo con los pesos pesados de su política antidrogas. Kerry reafirmó a los cancilleres que una política integral no debe renunciar a la represión y persecución del tráfico.

Es la primera vez que los gobiernos latinoamericanos hablan seriamente de cambiar la estrategia de Washington. Miles mueren por causas asociadas al narcotráfico: solo en México más de 70.000 desde el 2006 y unos 20.000 anuales en Centroamérica.

“El precio que estamos pagando los países de tránsito es injusto e intolerable. Nuestros gobiernos están desbordados”, dijo Mireya Agüero, canciller de Honduras, país con récord mundial de homicidios.

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El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, advirtió que el cambio de estrategia es “más urgente” en Centroamérica, la zona más violenta del mundo y puente, junto con México, del 90% de la cocaína que consume Estados Unidos.

Los ministros de Seguridad del hemisferio se reunirán en noviembre próximo para seguir estudiando alternativas de la nueva estrategia