El secretario general de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), Lamberto Zannier, pidió este jueves en Moscú reanimar el Tratado de Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE), suspendido por Rusia en 2007 por sus diferencias con la OTAN.

"Ahora estamos en un callejón sin salida y, como consecuencia, se resiente la confianza entre los países de la OSCE", lamentó Zannier, citado por agencias locales, durante su intervención en una conferencia sobre seguridad europea que se celebra en Moscú.

El FACE, suspendido durante el enfrentamiento entre Moscú y Washington por los planes de EEUU de desplegar su escudo antimisiles en Europa Oriental, limita la presencia de fuerzas armadas y armamento convencional -tanques, blindados, artillería pesada y aviación de combate- en el continente, incluida la Rusia europea.

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La OSCE quiere que Rusia vuelva a sumarse al FACE y asegura que el acuerdo será adaptado a las nuevas realidades de seguridad en el continente y ampliado a otros países que ahora no forman parte del mismo, como los tres bálticos (Lituania, Letonia y Estonia) y los de la antigua Yugoslavia.

"No hay que inventar la rueda. (...) Los instrumentos que ya existen, como un FACE adaptado, el Acuerdo de Cielos Abiertos, son una base sólida para trabajar en un nuevo régimen de control sobre armas convencionales, aunque deben ser renovados", subrayó el mandatario de la OSCE.

Control de escudo

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Mientras, Rusia apuesta por elaborar un nuevo tratado que sustituya el FACE y que incluya la indivisibilidad de la seguridad europea y los nuevos tipos de armas disponibles.

La propuesta rusa alude con claridad a la exigencia de Moscú de que el control del escudo antimisiles, si es desplegado, sea compartido.

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El FACE "es un claro ejemplo de desconfianza, más propio de los tiempos de bloques" de la Guerra Fría, dijo el jefe del Estado Mayor ruso, Valeri Guerásimov, que agregó que el abandono de Rusia de este tratado obedeció "a la necesidad de desarrollar nuevos principios de seguridad europea sobre una base igualitaria".

El ministro ruso de Defensa, Serguéi Shoigu, declaró que la seguridad europea resulta "dañada por los proyectos de ampliación de la OTAN y el avance de su infraestructura militar al Este".

El vicesecretario general de la OTAN, Dirk Brengelmann, reiteró el mensaje de tranquilidad a Moscú y subrayó que el polémico sistema de defensa antimisiles "en ningún caso está dirigido contra la efectividad de las fuerzas nucleares de contención rusas".

Además, prometió nuevas medidas encaminadas a mejorar la confianza y la transparencia en las relaciones entre Rusia y la OTAN, y pidió a Moscú que responda con lo mismo.

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"Las medidas de confianza son las que permiten llegar al consenso. Debemos tener en cuenta las preocupaciones de nuestros socios y que esperan reciprocidad cuando toman alguna medida. Precisamente por eso no tenemos miedo de hacer nuevas propuestas a Rusia para incrementar las medidas de confianza", dijo Brengelmann.

El número dos de la Alianza Atlántica se refirió "en particular al despliegue de instalaciones militares cerca de las fronteras rusas, incluidas las tácticas, y su reflejo en los correspondientes documentos doctrinales".