Eliana no puede trabajar, pero sí su padre, un albañil temporal
Legumbres licuadas, leche y fórmulas de suplementos alimenticios son parte de la dieta diaria de Eliana Tigua, de 23 años, quien tiene 90% de discapacidad intelectual. No puede hablar ni moverse sola. Solo emite unos sonidos similares a los de un quejido.

Recibe los $ 50 del bono de desarrollo humano, con lo cual financia sus pañales. Cinco diarios, que se traducen en $ 3. A la semana, $ 21. Eliana tiene dos hermanos, de 9 y 13 años.

Solo su papá, Emilio, trabaja ocasionalmente, cuando hay obras de construcción, las que escasean en invierno. Ahí gana entre $ 15 y $ 20 diarios. Pero no lo afilian al IESS.

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‘Un ingreso fijo y un bono no cubren todas las necesidades’
Es inquieto y a veces se pone agresivo. Debe de estar al cuidado de una persona hasta para ir al baño. Es Josué, de 12 años. Tiene 75% de discapacidad intelectual. Su papá es chofer. Con eso cubre necesidades como la alimentación, y la que él consume más de lo normal, según su mamá, Cruz García. Cree que no aplicó al bono Joaquín Gallegos Lara. porque su piso era de baldosa. Le gustaría que un primo bachiller sea el trabajador sustituto de Josué.