Con tratamientos médicos, que incluyen chequeos bimensuales, ha logrado controlar la esquizofrenia, dice Galo Cuenca. Tiene el 60% de discapacidad mental y ha tenido tres empleos.

El primero lo perdió al mes, dice él, por un “malentendido”. Hacía vigilancia interna en un comisariato. Ahí vio por unos espejos a una pareja “sospechosa” en una percha de licores (whiskies). Se aproximó al lugar para observar.

El hombre a quien consideraba sospechoso se enojó porque él no sabía el precio de una caja de huevos y armó “un problema”. “Eso no sabes, pero andar de sapo, atrás de uno, de la gente, para fastidiar y molestar, sí” fue la respuesta que recibió del hombre, según Galo. El supervisor del lugar le dio la razón al cliente y él fue despedido.

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En el segundo empleo también duró un mes. Ahí, alega, fue porque las medicinas que tomaba para la esquizofrenia lo mareaban y no lo dejaban ser “muy productivo”, como la empresa requería.

En su tercer trabajo estuvo siete meses. Ahí, reconoce Galo, sí actuó mal porque unos compañeros lo sacaron “de quicio”. Recuerda que el problema empezó en el expreso (que les facilitaba la empresa). Un pasante, dice, empezó a golpearle el asiento con los dedos a la vez que escuchaba música con unos audífonos conectados a un celular. Galo quiso hacerle entender con la mirada que no le agradaba esa acción. No surtió efecto y se lo dijo verbalmente. Entonces, el chico le contestó en tono desafiante. “Tanto coraje me dio que le dije una grosería... Me dijo: ¡Ya vas a ver! Al rato se sube otro señor. Me dio un manazo y me dijo: ¡Voy a sentarme ahí! Cogió y me lanzó la maleta a las piernas (él dice que ponía su mochila en el asiento continuo porque nadie se sentaba a su lado)... Y como estaba con el diablo le pregunté si era medio guapo... Íbamos a pelear abajo, afuera del expreso, pero el sargento me detuvo”.

Afirma que reconoció que se fue de palabras, que se ofreció a pedir disculpas a todos, pero que igual lo despidieron por ‘agresividad’. Es bachiller en administración. Dice que no aspira a un cargo “de oficina” porque no tiene más estudios. Su área es mensajería y limpieza.