“Cuando me preguntan a qué edad comencé con la danza, yo respondo que aprendí a bailar al mismo tiempo que a caminar; mis primeros recuerdos son bailando”, dice Jéssica Abouganem, coreógrafa de La noche transfigurada, una pieza de ballet que se estrenará a finales de octubre en el teatro Sánchez- Aguilar.

Jéssica es licenciada en Danza, tiene 32 años y es panameña. Llegó a Guayaquil hace casi siete años, luego de casarse con un ecuatoriano, al que conoció en una convención sobre liderazgo en su país.

Al llegar a Guayaquil comenzó a ejercer como profesora de danza en el Teatro Centro de Arte, donde posteriormente se convertiría en la directora artística de la Compañía de Ballet. Allí permaneció por cuatro años hasta que decidió buscar un nuevo camino, cumpliendo con uno de sus más grandes sueños, crear una compañía de danza dirigida principalmente a bailarines profesionales. Fue así como a inicios de este año abrió En Avant, en Urdesa central.

Publicidad

Con una gran sonrisa, moviendo las manos de un lado al otro y riéndose al recordar alguna anécdota, ella cuenta que su preparación como bailarina comenzó a los tres años, cuando su mamá la inscribió en una academia cercana a su casa.

“Al recordar cómo bailaba por la casa todo el tiempo, pienso que me enamoré del baile desde el primer día y conforme iba creciendo ese sentimiento se hacía más fuerte y mi interés por bailar me hacía soñar en que sería una bailarina famosa”, cuenta.

Confiesa que en la escuela no podía ver un pasillo despejado sin que ella lo cruzara haciendo saltos en punta y giros. “Aprovechaba cada espacio en mi casa para hacer algún paso de ballet, más de una vez rompí adornos de mi mamá por levantar el pie y dar alguna patada mientras ensayaba”, añade entre risas.

Publicidad

Se especializó en ballet clásico y se graduó a los 17 años en la academia de Sasa Adomovic, justo al mismo tiempo en el que terminó el colegio. También tomó clases de jazz, teatro musical, tap, danza contemporánea y danza moderna.

“Mirando en retrospectiva no sé cómo lo logré, nunca descuidé los estudios porque no quería que por eso me vayan a quitar la danza, así que aprovechaba para hacer los deberes durante los recesos, luego iba a los ensayos y llegaba a las 22:00 a mi casa a dormir. Cuando teníamos presentaciones llegaba en la madrugada”.

Publicidad

Durante la etapa de niña y adolescente se presentó muchas veces en los especiales por Navidad que presentaba el Ballet Nacional de Panamá, al que después pertenecería como bailarina de planta y como solista.

Al terminar el colegio decidió especializarse en danza, cursando una licenciatura en la Universidad Goucher, en Maryland, Estados Unidos, que terminó luego de cuatro años junto con una carrera en Psicología que sacó a la par.

Aunque recibía apoyo económico de sus padres para cubrir sus estudios, los gastos personales los cubría con el dinero que ganaba trabajando en la biblioteca y cuidando niños por las noches.

Fue al regresar a Panamá, con una maestría en danza terapia bajo el brazo, que se ganó un cupo como bailarina de la Compañía Nacional de Ballet de su país y por las tardes trabajaba en centros con actividades vinculadas a su aprendizaje en el máster.

Publicidad

Aunque disfrutaba de las dos actividades, los escenarios siempre terminaban apasionándola más. Una de las presentaciones que destaca fue cuando formó parte del cuerpo de baile y como solista en El lago de los cisnes, a los 22 años.

Su vida dio un giro a los 25 años, cuando se casó con Gad Czarninski y vino a vivir a Guayaquil. “Al llegar tuve que empezar de cero, pero vine muy enamorada y eso hacía que no tuviera miedo, no era la primera vez en la que me abría camino”, comenta.

Confiesa que fue duro al principio porque tuvo que interrumpir su preparación como bailarina, porque en ese momento no había una compañía para bailarines profesionales en Guayaquil, por lo que comenzó como docente en el Teatro Centro de Arte. Luego de un año se creó la compañía de ballet.

En su paso por el TCA se encargó de preparar a bailarines avanzados con los que, a más de presentar obras clásicas, recreó montajes originales de Hanzel y Gretel, El Mago de Oz; así como tributos a los Beatles, Aba Aba, entre otros.

Comenzó con En Avant, su compañía de danza, como una respuesta a sus deseos de crecer como bailarina “y de darle una oportunidad a aquellos bailarines que al terminar con su preparación sienten que no tienen dónde continuarla”.

Actualmente está preparando la pieza de ballet La noche transfigurada con los bailarines de su compañía, En Avant, que se presentará en el Teatro Sánchez Aguilar, donde el año pasado presentó Carmen, en la que tuvo el papel protagónico.

A más de encargarse de las coreografías y ensayos de los bailarines profesionales, por las tardes da clases a niños y jóvenes.

Además es mamá de Daniel y Nathan, con quienes el ritual de la sopa, el baño, el cuento y la cama es una actividad fija, salvo cuando tiene ensayos prolongados. (I)

Dicen de Ella “En el aspecto educativo, profesional y de producción, el proyecto que lidera Jéssica en En Avant es actualmente uno de los más atractivos en las artes escénicas”.Ramón Barranco, Director Artístico del TSA