#1
Del libro de Judit (15, 8-10; y 16, 13-14)

En aquellos días, el sumo sacerdote, con el Consejo de Ancianos y los habitantes de Jerusalén, vinieron a contemplar los bienes que el Señor había hecho a Israel, y a ver y saludar a Judit.

Llegando a su presencia, todos a una voz la bendijeron diciendo: “Tú eres la gloria de Jerusalén, tú eres la alegría de Israel, tú eres el orgullo de nuestra raza. Al hacer todo esto por tu mano, has procurado la dicha de Israel, y Dios se ha complacido en lo que has hecho. ¡Bendita seas del Señor omnipotente por los siglos infinitos!

Y todo el pueblo respondió: “¡Amén!”.

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Judit entonó, en medio de Israel, este himno de acción de gracias, y todo el pueblo repetía sus alabanzas: “Cantaré a mi Dios un cantar nuevo. ¡Tú eres grande, Señor, eres glorioso, admirable en poder e insuperable! Sírvanle las criaturas todas, pues hablaste tú y fueron hechas, enviaste tu Espíritu y las hizo, y nadie puede resistir a tu voz”.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

#2
De la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (4, 4-7)

Hermanos: Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.

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Como son hijos, Dios envió a sus corazones al Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá! Padre. Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

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Evangelio
Proclamación del Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan (19, 25-27)

Junto a la cruz estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, al ver a su madre, y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Y luego dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Palabra de Dios.
Gloria a ti, Señor Jesús

 

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