Su recorrido con la música empezó a los 13 años, de forma empírica, y a los 18 profesionalmente. Siempre le pasó por la cabeza la idea de que al momento de elegir una profesión debía optar por lo que realmente lo llenara, y esa fue la música.

Carlos Sierra recuerda que cuando estaba en el colegio, sus profesores Elisa Andrade, Carlos Dávila y Xavier Cheché Narváez fueron quienes notaron su amor por la música y lo motivaron, ya que en un inicio pensó estudiar medicina, pues sus padres son médicos. “Por la formación de mis padres, al principio fue un poco difícil para ellos aceptar que no siga una carrera similar a la suya. Aun así han sabido respetar la profesión que elegí y me han brindado su apoyo en todo momento”, comenta.

“La música es mi vida, lo veo como la expresión más pura de lo que cada uno guarda en sí mismo. Un lenguaje que trasciende todas las barreras sociales, culturales e ideológicas; la música toca el alma y le da sentido a este mundo”, expresa.

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Desde el colegio vio la música como una oportunidad para compartir con personas que sientan la misma pasión.

Así, formó junto a un familiar un grupo que se llamó Quartz, y actualmente toca en tres bandas: Bicicleta, Leda e Hijos de HooHa.

Estudió la licenciatura en Sonido y Producción Musical en la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES).

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Allí tuvo la oportunidad de conocer la música de forma académica junto a profesionales como Mónica O’Reilly, David Harutyunyan y Sergiy Ashifman.

Actualmente está pensando en realizar un posgrado. Escogió el bajo como instrumento de especialidad por la sonoridad e importancia en los ensambles musicales. Además del bajo toca guitarra, compone y canta. Sueña con dedicarse el resto de su vida a la música. (E)