Isaías , Álex y Christian , coincidentalmente todos de 33 años de edad, recibirán en los próximos días el premio a la excelencia académica que la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil otorga a sus mejores alumnos. Sus promedios están entre 9,80 y 9,90, con la particularidad de que comenzaron sus estudios universitarios hace tres años en la Penitenciaría, hoy Centro de Privación de la Libertad, en el Sistema de educación a distancia de la U. Católica.

Ellos son parte de un plan piloto que funciona desde el 2015 por un convenio entre la Católica, el Ministerio de Justicia y la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt).

Las carreras que estudian los privados de la libertad son las mismas que ofrece el Sistema de educación a distancia regularmente y que son: Derecho, Administración de Empresas, Marketing, Turismo, Trabajo Social y Contabilidad.

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Los internos tuvieron que rendir el examen del ENES como todo bachiller, para lo cual fueron preparados y de unos 300 que lo rindieron, 102 lo aprobaron y se beneficiaron del plan piloto, indica María Auxiliadora Vargas, directora de Sistema de educación a distancia de la Católica.

Todos los estudiantes están cursando el quinto semestre y hay algunos que ya han recuperado la libertad y siguen estudiando afuera, como el caso de Isaías, Álex y Christian. El primero sigue Administración de empresas y el segundo y tercero Marketing, y les faltan cinco semestres más, es decir, la mitad de su carrera para recibirse.

Todos tienen menos de un año en libertad y han visto la forma de conseguirse un trabajo, aunque no es nada fácil.

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“Mire, si usted saca mi nombre completo y mi foto, tenga la seguridad de que me echan del trabajo”, asegura Christian, que estuvo ocho años y medio preso y fue presidente del Comité de los internos. “La oportunidad que se dio con este plan piloto fue porque se lo vino peleando, para que el Gobierno tome en cuenta a las personas que estábamos privadas de la libertad, pedíamos educación superior, ya había la básica y colegio”, comenta el exprivado de la libertad.

Christian dice que afuera hay mucha discriminación, y que es díficil obtener un trabajo con antecedentes penales.

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“Nosotros estamos pidiendo que a los estudiantes de este plan piloto y que estuvimos privados de la libertad nos ayuden a conseguir un trabajo en las empresas, así como la ley obliga a una plaza de trabajo a las personas con capacidades especiales”, dice Christian, que junto con Álex e Isaías, ya en libertad, se enfrentan a los prejuicios y al rechazo.

“Nosotros pedimos a las instituciones del Estado que se determine por ley esa obligatoriedad, y lo pedimos también por quienes aún están privados de su libertad y siguen estudiando, pues cuando salgan, si no tienen la facilidad de conseguir una laptop y otras cosas para continuar los estudios y terminar la carrera no lo podrán hacer”, dice Christian.

“Si tienes antecedentes no te dan nada, eres un cero a la izquierda, pero esa es nuestra pelea, y otra petición que hacemos es que a las personas que están adentro estudiando se las tome en cuenta para que se les dé un indulto por su esfuerzo”, enfatiza Christian.

Álex se siente orgulloso de ser parte de este plan piloto que por primera vez se inició en el país y de ser parte del primer grupo que sale en libertad y por ello pide la ayuda de las instituciones del Estado, “para que se nos libere de nuestros antecedentes en la Policía Nacional, y con nos ayuden también con un empleo digno”.

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Para este plan piloto el Sistema de educación a distancia de la Católica hizo ciertas modificaciones a nivel logístico, según explica la directora. Por ejemplo, como ellos no podían acceder directamente a la tecnología siempre tuvieron un docente facilitador en ese sentido, que estaba permanente con ellos en sus horas de estudio, en un ambiente que se les adecuó tanto a los de alta seguridad como a los de atención prioritaria.

“En cada término de una unidad de las asignaturas iba el profesor titular a compartir y disipar dudas con ellos”, dice Vargas, quien añade que quienes salen en libertad reciben capacitación en cuanto al sistema tecnológico en la universidad.

“La labor que hace la Católica con nosotros es excelente, están pendientes de nosotros, pero necesitamos ese mismo seguimiento de otras instituciones del Estado para poder seguir estudiando y conseguir un trabajo”, puntualiza Álex.

“Mi motivación más grande es verme como un profesional y tener ingresos dignos para mi familia”, dice Isaías, quien aprovechaba todo el tiempo que podía para estudiar, mientras estuvo preso se levantaba de madrugada a hacerlo”, expresa.

La perspectiva es que a este proyecto piloto en algún momento se unan procesos abierto para todas las personas privadas de la libertad en el país, dice Vargas, quien califica la experiencia que ha tenido la universidad como enriquecedora.

Confiesa que al principio hubo temores sobre si funcionaría, que se capacitó a los profesores y ya estando allá “nos sentimos como en casa, aunque tenemos estudiantes de alta seguridad, debo decir que el comportamiento de todos ellos ha sido ejemplar, tanto académica como disciplinariamente. Estuvieron muy conscientes de que esta era una oportunidad y han aprovechado”, dice Vargas.

“Nosotros como universidad optamos por el camino de verlos como estudiantes, no como personas que en algún momento tuvieron un fallo con la sociedad, porque por eso ellos justamente están pagando su deuda con la sociedad”, indica la directora del sistema, que añade que a los estudiantes privados de la libertad se les exige igual que a otro estudiante de cualquier contexto.

“Y déjeme decirle que tenemos excelentes estudiantes, sobre todo en Derecho”, concluye la funcionaria univeristaria. (I)

Para todos los estudiantes de este proyecto piloto pedimos que se nos libere de nuestros antecedentes en la Policía Nacional, y nos ayuden también con un empleo digno”.Álex, Exprivado de la libertad