Experimentar la necesidad de llevar el teléfono móvil a todas partes, hasta el baño, y sentir angustia si no se tiene el teléfono o si este no tiene batería, solo nos da señales de que podemos estar empezando a perder el control de los límites del uso de los celulares.

¿Pero cómo saber cuándo llegamos a ser adictos? Carla Taranto, psicóloga clínica, indica que para saberlo, hay que considerar, más que la cantidad de horas que se pasa con el aparato, el modo como perturba el desarrollo adecuado de las actividades diarias de las personas, en todos los ámbitos donde se desenvuelven.

El impacto de los beneficios del servicio celular no está solo asociado a la comunicación mediante llamadas y mensajes, sino al acceso a redes sociales, descargas de música, juegos, televisión, películas y noticias, actividades que son comunes.

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Aparte de llevar el celular a todos lados y de angustiarse si no lo tiene cerca o con carga, otros de los síntomas de que hay problemas son cambios importantes en el estado de ánimo como irritabilidad, cansancio excesivo, así como modificación de hábitos como dormir más tarde, interrupciones del sueño, tendencia a postergar el cumplimiento de deberes por usar el celular. También desconectarse del mundo real. “Como dice una definición popular, el celular “nos acerca a las personas que tenemos lejos, y nos aleja de los que tenemos cerca”. En consecuencia, (genera) dificultades en la comunicación”, explica Lucy Roldán, también psicóloga de la clínica Kennedy.

Consecuencias
Carla comenta que por la adicción al uso de celulares se pueden presentar cefaleas, fatiga ocular, sedentarismo, problemas musculares y agotamiento mental.

Otros de los perjuicios que causa son alteraciones del sueño, cansancio, estrés y también irritabilidad. “Investigadores en la Universidad de Essex, reportaron que con frecuencia el estado anímico de las personas después de salir de la red social Facebook es depresivo. A mayor tiempo de conexión, más acentuado este estado”, indica Lucy.

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A esto se suma que como las plataformas sociales Facebook, Instagram y Snapchat son plataformas para que los otros se muestren, podrían producirse comparaciones y sentimientos de inferioridad o tristeza por esas comparaciones con la vida social y popularidad que muestran los demás y que la persona que sufre la adicción cree no poseer, sin mencionar las comparaciones personales que afecten su autoestima, seguridad y confianza, según afirma Carla.

La falta de control produce daños en el sujeto y en su entorno. A decir de Lucy, el uso excesivo del celular afecta la consecución de objetivos familiares, personales y vocacionales, también produce una sensación creciente de tensión antes de su uso y de frustración, interfiere de forma severa con una comunicación fluida. “Muchas veces se presentan conflictos, falsas interpretaciones, por la rapidez con la que se producen los mensajes o por las limitaciones propias del canal”, explica la doctora.

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Solución
Si se trata de un joven o adulto, Lucy recomienda ensayar cuánto tiempo somos capaces de abandonarlo y no sentirnos perturbados por eso, e incrementar gradualmente este tiempo.

Es necesario que no se permita que el celular tome el control, sino que se tenga claro que es una herramienta, reflexiona Carla.

Otros de los consejos es eliminar aplicaciones y descansar de las redes sociales de vez en cuando, hasta que retorne el control sobre el uso del celular para evitar las consultas obsesivas.

Niños
En el caso de que menores de la casa estén abusando del celular, los padres deben potenciar la comunicación regulando el uso de este dispositivo por medio de normas claras como que usen la tecnología una hora al día o negociar el tiempo o con ellos.

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También hay que controlar contenidos de lo que ven en el celular, dando espacio para estimular el deporte y la recreación, así como actividades orientadas a la labor social, dice Carla. (F)

Hay factores que determinan ser proclive a desarrollar una adicción al teléfono, como impulsividad, poca tolerancia a la frustración, timidez, baja autoestima”.Carla Taranto, Psicóloga