César Lucio cuida de sus dos pequeños hijos, es papá y mamá a la vez

Es chef del hotel Hilton Colón y hace nueve meses enviudó y ahora tiene los dos roles en su hogar.

César Lucio enviudó hace nueve meses y de ser solo padre también se convirtió en madre de los pequeños Ariel y Milán, a los que a veces llama cariñosamente ‘terremoto’, por la energía que sacan a flote cuando están juntos.

Lucio es sous-chef del hotel Hilton Colón, donde labora desde hace unos meses, luego de aceptar la propuesta laboral que le hicieron y que le vino como ‘caída del cielo’, porque necesitaba alejarse de lugar donde había vivido con su esposa, quien murió a causa de una peritonitis.

Publicidad

Residían en Santa Rosa (El Oro) y él laboraba en Hillary Nature Resort (en Arenillas) y su vida estaba muy completa y feliz, pero tras la muerte de su esposa le llegó la propuesta laboral y ahora residen en Guayaquil.

Pese a que su suegra le ayuda con el cuidado de Ariel, de 6 años, y Milán de 3 años, él se encarga hasta de bañarlos.

“En la mañana yo siempre me levanto a las seis y media, la empleada que nos ayuda los viste y les hace el desayuno y si yo no tengo que trabajar se los preparo y los voy a dejar a la escuela. Los domingos cuando estoy libre los llevo a la piscina o al parque a caminar o a ver alguna película y además conversamos. Trato de estar siempre con ellos y ahora que no está mi esposa me doy cuenta del trabajo que tienen las madres, que es muy grande”, dice Lucio, quien entre sus ocupaciones como cocinero fue chef de la Federación de Fútbol del Ecuador y viajó al Mundial de Alemania 2006 para cocinarle a la selección.

Publicidad

Dice que siempre que puede cocina para sus hijos, a los que les gusta mucho el arroz con choclo y las pizzas.

Dice que como padre trata de educar a sus hijos como lo hicieron sus padres, con valores, amor y respeto a los demás. Se preocupa de que ellos no usen muchos los aparatos tecnológicos y que se entretengan con los juegos tradicionales, entre ellos el trompo y la rayuela. (E)

Publicidad

Giancarlo Milinelli comparte la cocina y el amor con sus hijas, ellas aman sus pastas

 es italiano y gusta cocinar para sus dos hijas, dar largos paseos y tener extensas charlas.

Aurola y Franchesca aman la comida que prepara su padre, Giancarlo Molinelli, en especial las pastas con diversas salsas italianas que les recuerdan los días en que vivían en Génova, Italia, de donde salieron hace dos años para radicarse en Guayaquil y abrir un restaurante al que llamaron L’incontro.

El local está situado en la ciudadela Urdesa , en Circunvalación Sur 916 e Ilanes, en donde este domingo le celebrarán el Día del Padre a Giancarlo, que será agasajado por sus niñas, mientras trabaja para atender a los comensales que han reservado una mesa para también festejar a sus progenitores.

Giancarlo es un chef genovés casado con la ecuatoriana Delia Muñoz, a quien conoció en Italia y ya era madre de Franchesca, quien actualmente tiene 15 años y al igual que su hermana habla italiano y español, el primero lo aprendieron en casa y el segundo viendo películas subtituladas en español y con diccionarios.

Publicidad

Ambas dicen que su padre es muy bueno y cada que puede comparte tiempo con ellas. Franchesca dice que él es una persona maravillosa y siempre se ha preocupado de que no le falte nada.

Ella recuerda los paseos que siempre daban en familia en Génova, donde tenían por costumbre ir a caminar y andar en bicicleta a la Foce e Piazza Rosetti.

“Había mucho espacio para que jugara el perro, eso fue uno de los mejores recuerdos que tengo con mi papá”, dice la adolescente, quien al igual que su hermana pequeña adoran cuando su papá elabora las pastas artesanales. “Me gusta mucho cuando hace el trofie al pesto (con albahaca), o unos tortellini. También cuando hace el polpettone (pastel de carne).

Al vivir en Guayaquil sus vidas han cambiado mucho y ahora comparten menos tiempo en familia debido a que sus padres pasan casi todo el día en el negocio. Cuando pueden salen con su padre a caminar y Francesca se entretiene con los relatos que él le hace sobre su vida pasada, el presente y sus sueños futuros.

El chef dice que para él ser papá implica responsabilidad porque además de dar amor hay que formarlos y darles una buena educación. (E)

Sven Hanne, un papá que inspira a sus hijos a sentir pasión por la cocina
 

Sven Hanne y sus dos hijos siempre comparten muchas actividades, entre ellas la cocina y los platos alemanes que él hace.

Cocinar con su papá es una de las actividades que más disfruta Nils, de 9 años, que quiere ser chef cuando sea grande.

Él y su hermana Lena, de 8 años, son hijos del chef alemán Sven Hanne, quien tiene más de diez años radicado en Ecuador y está casado con la guayaquileña Elke Mänz.

Él fue chef de los hoteles Oro Verde y Unipark, pero desde finales del año pasado tiene una empresa de catering que maneja con su esposa y en la que también le ayuda Nils cuando es necesario.

El pequeño cuenta con orgullo que comparte esa tarea con su papi, aunque su ayuda es en cosas pequeñas como cerrar una tarrina.

Para Hanne ser padre es cambiar la vida para positivo. “Para mí es mucha responsabilidad, porque hay que guiarlos y enseñarles todo para bien”, cuenta con emoción.

Con los pequeños comparte las actividades en la cocina. “Como me veía a mí siempre en la cocina, desde chiquito mi hijo quiso coger una tabla para picar, cortar la cebolla y obviamente yo siempre quise hacerle el trabajo más bonito”, dice.

Añade que cuando hacen eventos ellos los acompañan y siempre están pendientes de lo que él hace, saludan a los otros cocineros.

“También compartimos muchas otras cosas juntos porque a nosotros nos gusta viajar por todo Ecuador. Nos gusta mucho la naturaleza, salimos a la playa, porque a Lena le gusta mucho el mar, nadar. Mi esposa y mi suegra son nadadoras y dan clases de natación, entonces ellos crecieron con eso.

Hanne cuenta que siempre trata de que sus hijos jueguen con legos, pelotas, muñecas y otros juguetes tradicionales, que lean cuentos y no que estén pegados de una tablet, computadora o del teléfono celular, porque quiere que tengan una infancia como la que tuvo él. (E)