Cuenta con 23 medallas y varios trofeos, ha participado en competencias internacionales y quiere seguir consiguiendo más triunfos.

Ariana Ayala es una destacada ajedrecista que a las 6 años ganó su primera competencia de novatos en un encuentro realizado por Diario EL UNIVERSO. A los 12 años cuenta con 23 medallas y cinco trofeos y ha participado en dos sudamericanos, en Bolivia y Chile, y aspira a competir en otros.

Ella es estudiante de octavo de básica del Colegio Internacional SEK de Guayaquil, ubicado en el kilómetro 20,5 de la vía a la costa.

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Tiene 12 años y además de gustarle mucho el ajedrez, también es una alumna sobresaliente. En el 2014 ganó medalla de la Filantrópica.

Empezó a jugar ajedrez a los 6 años, por sugerencia de su padre, Marcelo Ayala, quien quería que ella aprendiera algún deporte. Se inició en el SEK en los clubes de las actividades extracurriculares del plantel y a lo largo de su aprendizaje también ha contado con instrucción particular, cuenta la estudiante.

Dice que le gusta esta disciplina porque requiere de mucha concentración y le parece que es una buena herramienta para sus estudios.

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“Muchos le dicen que el ajedrez es la gimnasia de la mente, porque ayuda a que la persona tenga una mejor capacidad de observación, de razonamiento, también estimula la percepción”, cuenta con entusiasmo la estudiante.

Es hija única y sus padres se dedican a las actividades contables. Con voz pausada y casi meditando todo lo que dice, cuenta que ellos la han ayudado mucho a que se destaque en el ajedrez y en los estudios.

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A su corta edad ya tiene claro lo que quiere ser cuando sea una adulta y entre sus planes está seguir practicando el ajedrez y obtener más logros en competencias dentro y fuera del país.

Ella recomienda que otros niños también se animen a practicar este deporte o cualquier otro porque les va a ayudar a mantener la mente ocupada y a desarrollar otras habilidades.

Refiriéndose a los niños que hoy en día estén expuestos a las drogas en sus barrios o en sus planteles, dice que les recomendaría que no caigan en esos vicios, que si tienen problemas los traten de resolver con sus padres o sus maestros, que estudien mucho y hagan deportes para ocupar su tiempo.(F)

El ajedrez es un buen deporte porque ayuda mucho para la concentración en los estudios. Lo empecé a practicar desde los 6 años, porque me lo pidió mi papá y luego me gustó”Ariana Ayala, Estudiante del SEK de Guayaquil

Andri Tomalá estudia ballet
Sueña con ser bailarín

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Desde muy pequeñito quería bailar, pero no tenía las posibilidades, desde hace tres años estudia este arte, pese a los prejuicios de la gente.

Tiene muchas ganas de ser un buen bailarín clásico, pero en los tres años que lleva practicando este arte ha llorado muchas veces al escuchar las burlas de otros niños porque baila, porque según ellos ha escogido un oficio de mujeres. Pese a todo está empeñado en seguir adelante con su objetivo y llenar de orgullo a sus padres y a su abuelita materna que lo apoya en este sueño.

Se llama Andri Tomalá Arzube, tiene 11 años y estudia ballet en el programa social Semilleros, del Teatro Centro de Arte, en el kilómetro 4,5 de la vía a la costa, donde no paga nada por las clases que recibe y espera continuar.

Estudia en la escuela Jorge Villacrés Moscoso que está cerca de su casa en el suburbio oeste. Proviene de una familia humilde, su padre se dedica a la venta de colchones y su madre estudia Enfermería.

Ingresó a Semilleros por iniciativa de su abuelita materna, Mireya Tierra, quien cuenta que Andri siempre le decía que le gustaba la danza y que quería ser bailarín. Ella quería ayudarlo a cumplir su sueño, pero no lo veía tan fácil hacerlo porque no tenían el dinero para pagarle las clases en una academia.

Pero cuando se enteró de que podía matricularlo sin costo en el Teatro Centro de Arte acudió de inmediato a inscribirlo.

Andri ya tiene tres años en el teatro y recibe clases tres veces a la semana. Es uno de los tres varones que estudian ballet, porque el resto son niñas. Pese a tratarse de un arte con mucho reconocimiento y nivel, son muy pocos los niños que lo aprenden, señala Rosario Delgado, directora de las escuelas del Teatro Centro de Arte, que pertenece a la Sociedad Femenina de Cultura.

Para Andri ha sido un gran reto inclinarse por el ballet. Dice que muy a menudo le han dicho otros niños que es un ‘mariquita’, una niña, pero cuenta con mucha seriedad que al principio sentía vergüenza y respondía con llanto, pero que ahora ya no le importa e ignora todos los comentarios.

Su abuelita ha sido su gran apoyo, ella le ha enseñado que lo único que importa es que logre su sueño y que algún día las críticas se volverán admiración.

“Yo le dije, hijito, no les hagas caso, sigue adelante”, cuenta la abuelita, quien se siente muy orgullosa porque él ha realizado varias presentaciones en el teatro.

Ella lo acompaña a las clases y dice que a veces no hay ni para el pasaje, pero que ella siempre se las arregla para que él no falte, porque no quiere que se desanime.

Andri dice que sería bueno que otros niños que desean ser bailarines también les pidan a sus padres que los dejen realizar su sueño y que luchen por lograrlo. Que no se rindan ante las críticas y las burlas de otras personas, porque lo que van a hacer es por ellos, por su desarrollo personal. (I)

Los niños deben seguir sus sueños, no dejar que las burlas de otros se los impidan. El ballet es muy bueno para el cuerpo y la mente y a mí me gusta mucho practicarlo”.Andri Tomalá Arzube, Estudiante de ballet de Semilleros, del TCA

Valentina tiene 10 años y estudia en Copol
El tenis, su mejor regalo

Ha ganado campeonatos nacionales y se prepara para competir fuera del país. Combina su vida deportiva con estudios y tiempo en familia.

Está concentrada, tiene manos ágiles y pies que se desplazan con libertad y confianza. Valentina Vargas, de 10 años , ha entregado la mitad de los pocos años que ha vivido al tenis, y ha demostrado que ese deporte es su fuerte, sin dejar de lado sus estudios y la vida normal de un niño.

Sonríe con un parpadeo constante, lo contrario sucede cuando está esperando o lanzando la bola, pues detrás de los lentes su mirada se pierde del entorno y se encierra solo en el juego. “El tenis es estrategia, siempre mentalmente estoy activa, viendo la distancia y todo en la cancha”, asegura la niña que estudia su deporte favorito en la escuela de tenis del área de Tecnología de la Espol.

La táctica, disciplina, perseverancia y su cábala, que es uno de sus trajes, le han dado a Valentina más de 50 trofeos y medallas y más de diez campeonatos ganados, además recibió el auspicio de la marca deportiva japonesa Yonex, que le provee de implementos de tenis.

Une sus manos debajo de la mejilla izquierda y sonríe emocionada. “Mi mejor regalo por el Día del Niño es ser tenista”, dice Valentina, quien empezó en el tenis en un vacacional, a los 5 años, motivada porque había visto este deporte en un videojuego.

Pero su vida no es solo tenis. Dice que lleva con orgullo el nombre de la institución en la que estudia, Copol, y lo demuestra con el entusiasmo contagiante con el que se coloca la gorra de color azul con el logo del plantel en su cabello castaño oscuro, largo y lacio que luce recogido con sutileza.

Para ir a la escuela se levanta a las 06:30, comenta que el tenis le ha enseñado a ser más disciplinada, un valor que también aplica en sus estudios, aunque una de sus maestras, Cynthia Chactong, agrega que ella además es proactiva, comunicativa, solidaria, aplicada y responsable con sus tareas.

La disciplina sigue en las tardes porque se dedica a entrenar y las noches para hacer deberes, se acuesta a las 21:30, mientras los fines de semana se da tiempo para hacer ejercicios físicos.

Todo esto sin dejar de jugar, ver televisión y compartir con su familia.

Se prepara para competir fuera del país, antes que termine este año. (I)

Celebraré el Día del Niño con mis compañeros en la escuela, aquí me apoyan siempre en lo que amo. Mi deporte es divertido, es un juego de inteligencia y mucha disciplina”.Valentina, Tenista