El sudor en la frente de Jenny Hernández reflejaba el esfuerzo que hacía, la mañana de este sábado, para empujar la carreta en la que era transportada la imagen del Cristo del Consuelo, dentro de un cofre de color blanco, que simbolizaba la muerte de Jesús en la cruz, el Viernes Santo, según la tradición católica.

“Esto significa retribuir el amor de Dios que murió en la cruz por el mundo”, mencionó la mujer, y comentó que tiene más de una década participando en la procesión.

Ella y muchos otros feligreses como Luis Benítez, Iván Romero y Tito Triviño tiraban del timón del mismo coche blanco en el que, un día antes, Jesús crucificado llegó en procesión al Cisne 2, seguido por alrededor de 500 mil creyentes.

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Era un nuevo recorrido desde el santuario de Lizardo García y la A, bordeando el estero Salado, pasando el puente de la A, hasta el Cisne 2, donde en diciembre pasado fue inaugurado un imponente monumento del Cristo del Consuelo.

Foto: Carlos Donoso

La imagen permaneció allí hasta la noche del viernes y luego fue trasladada a la capilla de la Virgen del Soto, en la D y Guerrero Martínez.

La procesión de retorno empezó a las 08:00. Pasó por las calles Nicolás Segovia, Pío López Lara (más conocida como la A) y concluyó en el santuario de Lizardo García y la A.

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Delante de la carroza iba la cruz del Cristo del Consuelo, cargada por decenas de fieles que al salir de la Virgen del Soto, desesperados, ofrecían sus hombros para el traslado.

Eddie Mora fue uno de los devotos que iba aguantando con su hombro el peso del madero horizontal de la cruz.

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“Es una ofrenda para pedir a Dios por la paz del mundo, ahora que hay tantos ataques entre países”, dijo en alusión a los bombardeos a territorios de Siria y Corea del Norte.

La romería de retorno al Cristo del Consuelo estuvo acompañada de una cuadra y media de devotos, que como Jorge Peña llevaron estampitas, escapularios, rosarios, figuras de Cristo en la cruz y demás.

El recorrido fue menor al del Viernes Santo, duró 37 minutos, pero la fe de la gente fue igual de desbordante. se expresó en lágrimas, en cantos, aplausos, en vítores por Jesús y María.

A la llegada de la procesión al santuario, el párroco Ángel Villamizar agradeció a los fieles por la compañía y destacó que la asistencia del Viernes refleja el crecimiento de la fe.

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La urna fue depositada en el atrio al frente de la iglesia, para la veneración de la gente. (I)