“No basta con hablar en nombre de Jesús, lo importante es dejarse amar por él”, así empezó el arzobispo de Guayaquil, monseñor Luis Cabrera, la misa crismal oficiada en la Catedral, donde unos 250 religiosos de Guayaquil, Santa Elena, Daule, Balzar y Playas renovaron sus votos sacerdotales.

En la celebración religiosa de Jueves Santo se conmemora el anuncio de Jesús a sus apóstoles sobre su sacerdocio (según la tradición católica, ocurrió durante la Última Cena). Monseñor Cabrera invitó a los clérigos presentes a hacerse un examen de conciencia antes de renovar sus promesas y les agradeció el trabajo que realizan en sus comunidades.

El sacerdote Tirso Varela, párroco de San Miguel Arcángel, ubicada en la ciudadela Sauces 1, en el norte de Guayaquil, señaló que en su comunidad se están trabajando programas para sacar de las drogas a jóvenes y adultos. Agregó que incluso se estaba consiguiendo financiamiento para solventar el tratamiento de personas que piden ayuda a su parroquia.

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Su par, José Lara Pantoja, de la parroquia San Francisco de Asís, situada en Daule, sostuvo que aunque las fuertes lluvias han afectado a las cuatro parroquias del cantón arrocero, la fe católica se siente en cada uno de sus feligreses.

Lorgia Medina, de 77 años, se mostró feliz al salir de la Catedral luego de recibir la bendición de monseñor Cabrera. Ella acompañó en la misa al sacerdote de su parroquia Stella Maris, ubicada en el Guasmo. Aseguró que a las 05:00 de hoy empezaría el viacrucis en el santuario del Cristo del Consuelo. “Pediré por la paz, no solo en nuestro país, sino en el mundo entero que se muestra caotizado cada vez que prendemos el televisor”, expresó.

María Elena Salguero dijo que esperaba estar a las 07:00 en el sur de Guayaquil para arrancar la procesión del Cristo del Consuelo, que este año tiene nueva ruta. Los feligreses ya no irán por la calle Lizardo García, sino por el puente de la A hacia el sector Cisne 2.

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En la Catedral, además, se bendijo el santo crisma, el aceite que se usa en las confirmaciones y en la unción a los enfermos. Este aceite sagrado es, según el arzobispo Cabrera, una mezcla de aceite de oliva (representa la fortaleza) y una pequeña cantidad de bálsamo (representa el suave olor de la vida cristiana).

Cabrera además les recordó a los párrocos que sus vidas están al servicio de quienes viven al margen de la sociedad y de la Iglesia, principalmente; y concluyó su bendición con un “feliz día del sacerdote”.

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De rodillas monseñor Luis Cabrera vertía agua sobre sus manos para posarlas en los pies de cada uno de doce monaguillos con los que cumplió el tradicional lavado de pies anoche en la Catedral.

Como lo hiciera Jesús en la Última Cena con sus doce discípulos, monseñor pasaba por cada uno de los monaguillos, lavaba y besaba sus pies.

Previo al acto de lavado, monseñor Cabrera refirió que la grandeza de Jesús al realizar este gesto busca transmitir la igualdad entre todos. Contó que en su época las calles tierrosas motivaban a que cada persona al llegar a una casa reciba el lavado de pies a cargo generalmente de esclavos, en hogares acaudalados o de mujeres, en hogares pobres. (I)

Servir a los más pobres, compartir sus vidas con quienes viven al margen de la sociedad y de la Iglesia, esa es la labor principal de los párrocos.Monseñor Luis Cabrera,arzobispo de Guayaquil