Con tres meses de embarazo y una ‘panza’ que ya es visible, ella se ejercita con la misma dinámica y agilidad como lo haría una mujer que no lleva un peso extra. Es que para María José Palacios, entrenadora certificada en Insanity y propietaria del gimnasio Elite Insanity, que está en el centro comercial Global Center, hacer deportes todos los días es parte de su vida.

Luciendo su atuendo cotidiano, que consiste en un calentador, una sudadera, zapatos deportivos y cabello recogido, esta guayaquileña de 34 años, cuenta que a más de siempre haberse mantenido interesada en practicar algún deporte, los ejercicios le sirvieron como una terapia de desfogue para superar el divorcio de su primer compromiso, luego de varios años de matrimonio.

Justamente fue ese difícil episodio lo que la motivó a apostar por un proyecto personal y a arriesgarse a ser entrenadora certificada en Insanity, cuando en el país no se conocía nada de este deporte.

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Con una sonrisa de oreja a oreja, que se dibuja en su rostro cubierto de pecas, ella cuenta que siempre fue hiperactiva, desde niña le gustaba hacer alguna actividad física y ya de adolescente no podía faltar el gimnasio que acompañaba a su entrenamiento de cheerleader en el colegio Balandra, donde se graduó.

En cada etapa de su vida, María José ha tenido que tomar decisiones importantes que han representado grandes cambios. La primera fue estudiar una carrera universitaria en el extranjero, donde por primera vez experimentaría una independencia total. Es así como estuvo durante cuatro años y medio estudiando Negocios, en Florida, EE.UU.

Luego vivió tres años en Grecia con su primer esposo. Estando allá, sus ganas de hacer alguna actividad física no se desvanecieron, por lo que practicaba crossfit y zumba, algo que asegura le hacía sentir un poco cercana a su cultura latina.

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Al regresar a Ecuador como resultado de la separación y con sus dos hijos: Georgio, que actualmente tiene 11 años, y Melina, de 9, se refugió más en el deporte. “Ejercitarme me servía como una terapia que me ayudaba a eliminar el estrés y a distraerme, sin embargo no sentía que me apasionaba, es decir, para mí todos los deportes son buenos y tienen sus ventajas, pero para que se conecten contigo tienes que sentir un clic”, dice.

Insanity llegó a su vida de una forma inesperada, cuando a los 29 años viajó a Estados Unidos a ayudar a su hermana que estaba embarazada. Estando allá buscó alguna actividad deportiva que hacer y fue cuando lo probó. Se trata de un programa de ejercicios y acondicionamiento compuesto por diferentes movimientos que se ejecutan en intervalos de alta intensidad y que combina ejercicios aeróbicos y anaeróbicos.

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“Siempre he tenido una condición especial en mi cuerpo que no me permitía sudar cuando hacía alguna actividad física, no importaba cuánto me ejercitara, no derramaba ni una sola gota. Con Insanity sudaba a chorros y eso me encantaba, tener esa sensación me generó ese clic”, cuenta.

Durante un año estuvo viajando al lugar de certificación de Insanity, llamado Beach Body, en Los Ángeles, EE.UU. Allí fue capacitada y obtuvo su título como entrenadora oficial.

A pesar de que este deporte era nuevo para María José, y que no contaba con alguna preparación previa para convertirse en entrenadora, nunca bajó los brazos ni dejó de intentarlo. “Era tanta mi determinación para poner el negocio que nunca hubo opción para no terminar los circuitos o cansarme, tenía la idea clara en mi cabeza, y eso me daba fuerzas”.

Además de los circuitos extenuantes, lo que más le costó fue vencer el pánico escénico y arriesgarse a motivar a la gente durante sus clases de Insanity.

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“Yo siempre he sido una persona callada, tranquila, para nada extrovertida, entonces tuve que vencer todo eso justo en mi examen final, en el que tuve que dirigir mi primera clase, con 30 personas. Por suerte todo salió bien, me dejé llevar por la pasión por el deporte y mis ganas de continuar”.

Estando allá también tomó varios cursos de nutrición que le permitieron complementar el deporte con la alimentación saludable. Al regresar, ya habiendo buscado un local para adecuar el gimnasio, comenzó con sus clases.

Aunque la mayoría de sus alumnas son mujeres, uno de sus estudiantes fue su actual esposo, Juan P. Ferretti, quien asistió a los entrenamientos por un mes hasta conquistarla. Ambos están emocionados con la llegada de su primer hijo, del que aún no conocen el sexo.

Su embarazo no ha sido un impedimento para continuar impartiendo sus rutinas en el gimnasio, al contrario ella dice que siempre se imaginó haciendo ejercicios “con una panzota”.

Una de sus metas es convertirse en master training de Insanity. “Me gusta sentir que lo que hago y a lo que me dedico me apasiona, además es un trabajo que me permite estar cerca de mis hijos y verlos crecer”, concluye. (I)

Dicen de ella “Majo es una mujer emprendedora, ama lo que hace y logra transmitirlo a todas nosotras en la clase; se ha convertido en una gran amiga a la que valoro mucho”.Claudia Falconí, Amiga