Es inimaginable que un tío, un primo o un padre provoque daño sexual a su propio hijo. Causa repudio pero es la realidad en este país, donde cada día sabemos de más casos de abuso sexual a niños, niñas y adolescentes.

Paola Andrade, directora ejecutiva de la organización ‘Ecuador Dice No Más’ y sobreviviente de abuso sexual revela que la mayoría de abusos es por familiares y aclara que el verdadero nombre de este delito debería ser ‘seducción sexual a niños’, porque todo empieza como un juego. No es mediante violencia.

El abusador es amigable, provoca que el niño de 4 años tenga un orgasmo. Hay regalos y luego manipulación y amenazas. Trabaja la mente del menor para abusarlo durante años.

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¿Qué nos queda a los padres? “Prevenir, reconocerlo a tiempo para parar el abuso y actuar, denunciarlo”, dice Andrade, quien aconseja a las madres educar a sus pequeños través de la confianza y el amor, para que tengan la confianza de hablar con ella lo que esté pasándoles. “Pero si tú le gritas a tu hijo porque derrama la leche no te va a decir cuando le pase algo más grave”, advierte.

Agrega que para que exista abuso sexual tiene que haber negligencia en el hogar, violencia física o psicológica. Si tienes uno de esos tres elementos el niño es vulnerable. “No le grites, no le pegues y no lo dejes con cualquier persona, no lo abandones, asume tu rol de madre”, dijo. (F)

15
por ciento

es el porcentaje de los casos que son denunciados a las autoridades.

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Las armas preventivas
Habla del tema con tu hijo. Es necesario que sepa el nombre de sus partes íntimas porque los abusadores suelen ponerles nombre. Por ejemplo: “Déjame tocarte el conejo”, para que cuando el niño diga: “me tocó el conejo”, la madre no se percate. Llamar a las partes íntimas como ‘cosita’ o ‘chinchín’ es darle coartadas al abusador. Enséñale a tu hijo que esas son sus partes íntimas y que ‘nadie’ las puede tocar. Todo lo que cubre el traje de baño y la boca, son partes íntimas.