Durante dos días, la gente pudo disfrutar del Palacio de Cristal a la luz de la luna. El lugar (la zona de la Plaza de la Integración), que todas las noches permanece cerrado, albergó la segunda edición del Funka Fest, un festival de música, arte, gastronomía y emprendimientos locales.

Fueron dos días en los que la gente pudo 'moshear', besarse, acostarse en el suelo y oír música a todo volumen en el Malecón 2000 sin que la seguridad del lugar intervenga. 

En ese marco de libertad, Aterciopelados fue la cereza del pastel de un cartel que alegró a dos generaciones de fanáticos. El día sábado hubo rock, pop y hip hop. Por los locales, 'jugaron' Skinny Jeans, Espumita y La Máquina Camaleón -la más coreada de estos-, y por los extranjeros, la mexicana Carla Morrison, que recordó el terremoto que sufrió su país la semana pasada, y arrancó cantos y gritos a sus seguidores, en su mayoría mujeres. Finalmente, se presentaron los grandes del hip hop / funk de los 90, los argentinos Illya Kuryaki and The Valderramas, que siguen prendiendo los escenarios con sus letras frontales y sus marciales bailes.

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Mina abrió el segundo día de festival, seguido por Moshi Moshi y EVHA, que sorprendieron por su calidad. Vinu de Guayaquil y Alkaloides de Quito cerraron las presentaciones ecuatorianas, para dar paso a Aterciopelados, que hizo una hermosa presentación y se ganó el corazón de los jóvenes y no tan jóvenes que llegaron al lugar.

“Me dijeron que hay millenials, lo bueno es que sus papás escucharon Aterciopelados y ustedes también”, dijo Andrea Echeverri para comenzar la presentación. Vestida de colores y con un corazón de luces en el pecho, conversó, cambió sus accesorios durante el concierto, contó anécdotas, bailó eufórica y brilló durante la presentación.

Héctor Buitrago, su compañero de fórmula, alabó la belleza de nuestro río Guayas, y pidió que se cuiden nuestras aguas, también las del Pacífico. “Somos semilla nativa, el agua y la música nos une (...)”, señaló.

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Ecología, amor, crítica a la superficialidad y al ego, fueron algunos de los regalos que dejaron los Aterciopelados en Guayaquil. También brindaron caramelos de café y lanzaron frisbis personalizados con su nombre y la palabra “Guayaquil” al público, pero el mejor regalo fue su música, de lo más explosivo y sincero que hay en Latinoamérica.

¿Cristian Castro para cerrar el Funka Fest? No, pero esa fue la broma generalizada de los “mayores” que desconocían la existencia de Crystal Castles -la agrupación que cerró el festival- por el parecido en la pronunciación.

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Los canadienses hicieron un DJ Set que envió a los millenials a bailar extasiados, y a los mayores de 40 a alejarse un poco del escenario. 

Datos

Fabrikante y Dome Palma fueron algunos de los músicos que se presentaron en un escenario alterno de Cornetto.­

Más allá de la música, las presentaciones teatrales del Microteatro tuvieron éxito.

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Graffitis, fotografías, acrílicos, entre otros, formaron parte de la exposición llamada Del Mundanal Ruido, con 15 artistas y un colectivo. (E)