Mike Vaughan, de 27 años, llegó a pesar 203 kilos y llevaba una dieta para nada saludable: solo ingería golosinas, comida rápida, alcohol y chatarra. Un día se dio cuenta que no podía seguir viviendo de esa manera y se puso estricto consigo mismo, comenzó a comer saludable y a hacer ejercicio.

En una entrevista el joven admitió que siempre fue el típico niño gordito de la escuela, pero su gran peso se disparó en la universidad, época donde comenzó a comer todo tipo de comida chatarra, sobre todo hamburguesas con tocino y a beber alcohol casi todas las noches.

Sin embargo, cuando Mike había perdido ya casi 25 kilos, se enteró que su novia lo había estado engañando. Pero jamás dejó de entrenar y perdió otros 70 kilos más. “Mi vida podía tomar dos caminos: tirarme en depresión y confort y volver a lo mismo, o usar esto como motivación”. (E)