La iguana es la más pequeña en altura de las tres esculturas de especies endémicas de Guayaquil que las manos del imbabureño Juan Marcelo Sánchez han levantado, pero también es la que más piezas de cerámica requirió: unas 120.000.

El artista de 55 años, que llegó de Cotacachi a Guayaquil en 1992 y hoy tiene su taller en Jipijapa (Manabí), es también el autor del Mono machín y del Papagayo. No logra recordar cuándo aprendió el oficio, que especula sería entre los 3 y 5 años de edad, junto con su padre que laboraba con arcilla. Fue con el alcalde León Febres-Cordero que nació la idea de la escultura de La iguana, después de haber visto un mural en el que colaboró, pero el actual jefe del Cabildo, Jaime Nebot, la ejecutó igual que las otras dos y está en proyecto un cangrejo, cuenta Sánchez con la sencillez de quien moldea el barro y hoy sigue comercializando sus artesanías a través de los dependientes del Mercado Artesanal de Guayaquil. A las especies de Galápagos que elabora en miniatura ha sumado réplicas de las tres esculturas-animales locales.

De ellas, la que mayor trabajo le dio fue la del Mono machín. Revela, por ejemplo, que se dudaba en hacer el mono con los órganos sexuales. Al final se colocaron hojas de árbol que ocultan las partes íntimas, solo al descubierto si se observa con detenimiento.

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“Es muy difícil trabajar pelaje en cerámica”, añade y ríe cuando recuerda que le decían: “Ahí va el señor del mono”, en el 2011, quienes lo veían esculpirlo. Hoy Sánchez es anónimo en las calles de Guayaquil. Está trabajando en otros cantones del país, pero su rostro dibuja una sonrisa cuando escucha comentarios positivos de sus esculturas de animales. (I)