La obsesión de Paen Long, un mecánico camboyano hijo de granjeros dedicados al arroz en la provincia de Svay Rieng, siempre han sido los aviones. Desde que con 6 años viera un helicóptero por primera vez, tenía claro que algún día conseguiría montarse en un avión. Desafortunadamente a Long le tocó crecer en una Camboya que trataba de resurgir del caos que dejó el régimen del Jemeres Rojo (1975-1979) y nunca llegó el gran momento... hasta ahora.

A este camboyano, que vive al lado de una carretera en el sureste rural de Camboya, nadie ha podido sacarle de la mente su sueño de la infancia. Así que, "si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña", y eso fue justo lo que Long hizo. Construiría su propio avión. ¿Cómo? Durante tres años, su gran aliado fue nada más y nada menos que YouTube. El mecánico se pasó horas y horas viendo videos sobre aviones en la plataforma de Google. Cuando su esposa se iba a la cama, él se quedaba dedicándole horas a los clips que encontraba en el servicio y que podían ayudarle.

"Al principio, escribí la palabra 'jet'", le cuenta a la periodista Holly Robertson en una entrevista para BBC, y a partir de ahí fue encontrando material: aviones despegando y aterrizando, simulaciones de vuelo y recorridos virtuales por plantas que fabrican aviones. "Siempre soñaba con aviones por las noches, siempre quise tener mi propio avión", cuenta. Y el sueño comenzó a hacerse realidad en 2016, con los 30 años cumplidos. Long ya tenía entonces su propio garaje y suficiente dinero ahorrado, así que vio que era el momento para intentarlo.

Publicidad

El primer vuelo

Long relata que quiso llevar en secreto la construcción de su avión por miedo a lo que pudieran decir sus vecinos, por miedo a las burlas. También por este motivo trabajaba de noche. El diseño en el que se basó fue en el de un avión japonés utilizado en la Segunda Guerra Mundial: un aparato de un único asiento con una envergadura de alas de 5,5 metros. Tardó casi un año en construirlo.

Long utilizó en su mayoría materiales reciclados: el asiento del piloto es una silla de plástico que él adaptó, el panel de control es el de un coche y el cuerpo está hecho de un viejo recipiente de gas. Con todo ello montó un avión que probó el 8 marzo de este año. Según relata el propio artífice de tal hazaña, le ayudaron tres personas a llevarlo a la zona desde la que despegó: un camino de tierra que llevaba hacia arrozales.

Long inició el despegue, el avión se levantó, cuenta él, unos 50 metros del suelo, y enseguida se estrelló en el suelo. Unas 300 personas fueron testigos del momento. Al bajar del aparato lo recibieron con risas y Long no pudo evitar llorar. "Estaba allí y se me cayeron las lágrimas. Estaba sensible, porque no podía soportar todo lo que me decían", dice. Según Long, la culpa de que el avión se hubiese estrellado la tuvo el peso. El aparato pesaba 500 kilos.

Publicidad

En julio, nuevo intento

Long no se ha rendido y quiere volver a intentarlo, pero esta vez modificará un poco su proyecto. Ha decidido construir un hidroavión, pero esta vez, asegura, lo hará más ligero para que pueda despegar y mantenerlo en el aire. También lo hará con materiales reciclados y cuando lo termine su idea es llevarlo en camión cerca de un río. Según sus cálculos, en el primer avión invirtió unos 10.000 dólares y, de momento, en el hidroavión se ha gastado unos 3.000 dólares.

Hay que tener en cuenta que en un país como Camboya, donde casi el 14 por ciento de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y muchos cuentan con un salario mínimo de 153 dólares, estas cantidades no son nada pequeñas. Aún así, Long dice que no piensa en el dinero, simplemente en hacer realidad su sueño. Su próximo vuelo de prueba lo hará en julio. (E)