Yo nací aquí. En este país de tradiciones y emociones, curtido por historias asombrosas. En este cálido subtrópico de silencios estridentes y gritos soterrados. He aquí a este Paraguay de sentimientos morenos y músculos acerados. De vorágines y sosiegos. De poetas marciales y guerreros manos.

El fragmento es de su poema Yo nací aquí, la exaltación de su raíz paraguaya es el eje principal de su obra, parte de ella está signada por la tragedia del exilio permanente por su enfrentamiento con la dictadura de Alfredo Stroesner.

Novelista, dramaturgo, poeta y guionista de cine. Influenciado por autores como Herman Melville o William Faulkner, Roa siempre se desmarcó del llamado Boom, las estructuras de sus novelas y cuentos son ejercicios narrativos llenos de profundidad psicológica desde El trueno en las hojas, una colección de 17 cuentos, o Hijo de hombre, una de sus novelas, están marcadas por la pobreza, la muerte, la explotación y el abuso político, y los fantasmas de la Guerra del Chaco.

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Roa es un cultivador de la novela histórica, el uso de personajes o de hechos reales para crear ficción son parte de su talento, su novela La vigilia del almirante, es una recreación de la vida de Cristóbal Colón alejada de los clichés comunes de ponerlo como santo o villano. Para Roa la vida del navegante es una especie de lucha prometeica contra los elementos naturales y las ambiciones desmedidas de los hombres, Colón es un titán delirante que se sumerge en viajes delirantes para demostrar su fuerza, pero a la vez en el mar se siente el peso de la soledad.

La riqueza de su obra está sobre todo signada por un libro que ha trascendido más que los otras, de una calidad única, Yo, el Supremo, se enmarca en ese género tan rico de la literatura latinoamericana. La novela de dictadores o de tiranos fue cultivada por Alejo Carpentier en El recurso del método, Vargas Llosa con La fiesta del chivo, García Márquez en El otoño del patriarca, Asturias con El sr. presidente, Benjamín Carrión con El santo del patíbulo o Pedro Jorge Vera con El pueblo soy yo.

La novela utiliza de forma magistral todos los recursos literarios, desde la narrativa epistolar, el pasquín, los monólogos, unido a un coro de voces hilvanan un verdadero collage, que cuenta historias de pequeños personajes, una obra que contiene pequeñas historias dentro de un gran relato.

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Pero más allá del estilo literario, la obra de Roa tiene la cualidad de hacer una radiografía perfecta del dictador y sobre todo del poder y la soledad que cae sobre el que lo ejerce, esa soledad que lo hace humano, aunque dotado de rasgos proteicos. Porque para Roa el poder está presente en todas las actividades humanas, por que es parte de su naturaleza.

Y es esa oposición frontal al poder lo que lo convierte en un exiliado, porque la lucha contra el poder tiene una consecuencia y esa es la soledad del exilio y Roa lo vivió en carne propia, y su obra es una total crítica a la explotación, a la injusticia y al terror de las dictaduras, señalando un sendero de justicia y libertad. (O)

El tema del poder, para mí, en sus diferentes manifestaciones, aparece en toda mi obra, ya sea en forma política, religiosa o en un contexto familiar.Augusto Roa Bastos, escritor