El lugar no podía estar más radiante, en su máximo contraste y brillo. Sus colores vibraban e impactaban a los visitantes, los alegraban. Durante esa semana llovió y estuvo nublado, me dijeron, pero ese sábado no había lugar para el gris en Puerto López.

Estamos exactamente en el Hotel Mantaraya Lodge, en el Parque Nacional Machalilla, a 5 minutos del renovado malecón Julio Izurieta, inaugurado en noviembre anterior.

Con la entrega de esta obra estatal se selló (aunque aún está pendiente la construcción del muelle pesquero) el lugar de reunión de cientos de turistas nacionales y extranjeros que van a esta zona para experimentar nuevas aventuras gastronómicas, terrestres y acuáticas (Isla de la Plata, Los Frailes, Agua Blanca, Ayampe, temporada de avistamiento de ballenas jorobadas y mucho más).

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“El malecón tiene una extensión de 2,5 kilómetros y mientras avanzamos podemos encontrar, frente a él, hoteles, bares, operadoras turísticas, también hay espacio para el ciclismo”, detalla Gonzalo Asunción, uno de sus líderes turísticos. “Además, toda su playa está apta para nadar y para disfrutar del sol y de su brisa. Usted viene con su parasol, se instala y pasar un lindo día”.

Alguien que se destaca en esta construcción es Fritz, una ballena jorobada macho cuyos huesos han sido reorganizados y pueden observarse como si se tratara de un monumento. El mamífero fue encontrado muerto en 2004, frente al pueblito La Rinconada y, gracias a la acción de la Fundación Naturaleza y Arte de la Hostería Mandala, su esqueleto fue recuperado y rearmado para el proyecto de museo abierto de ballenas y delfines denominado “La extinción es para siempre”.

Mirar el horizonte

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Lejos del ruido y de los turistas acelerados por la adrenalina de la aventura, encontré el momento de sentarme a leer un libro y ver el amanecer desde nuestro hospedaje. La vista era maravillosa: el océano comenzaba donde terminaba el jacuzzi tibio y burbujeante del hotel, y gracias a la tranquilidad de la zona se lograba escuchar hasta el sonido de las olas. La estación permanente de café y de bebidas calientes le dio el toque final con una riquísima taza de café caliente pasado (por supuesto), con ese aroma que te golpea y que te anuncia que estás en Manabí.

“Luego del terremoto de abril hubo cero flujo de turismo en la zona hasta el feriado de noviembre de ese año”, recuerda Raúl García, propietario del Mantaraya Lodge, sitio que comenzó a operar el 1 de julio de 2000, destacándose por su acogedora arquitectura, la distribución de sus habitaciones y su ubicación.

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Este año, luego de renovarse, él y muchos otros hoteleros del sector, están listos para sacudirse los malos recuerdos y darles a sus huéspedes momentos de calma y también de diversión.

Raúl sabe que será la unidad lo que fortalecerá al sector, así que siempre trabaja en equipo con otras iniciativas de turismo local como la comuna Agua Blanca (comunidadaguablanca.com), otra opción para sus visitantes.

Ese lugar presenta varios atractivos para los turistas: su casa cultural estilo museo, venta de artesanías y joyería elaboradas por los residentes en tagua, perla, spondylus, semillas, un mirador, una estación de arqueología (archaeologyvacations.com), la visita de urnas funerarias en sitio, un circuito de 2 kilómetros de caminata a través del bosque seco y la laguna de azufre.

“La laguna tiene forma de cono, es un cráter volcánico, en su centro tiene entre 3 y 4 metros de profundidad y de diámetro mide 60 metros. El agua tiene el 70% de azufre, el agua se está drenando y renovando cada día, y de aquí también salen sistemas de riego”, explica el guía naturalista Kléver Ventura. ¿Y la temperatura? “Es templadita, ni tan caliente, ni tan fría”, responde.

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El turista saldrá con un poquito de olor a este mineral, pero con una piel renovada. Antes de emprender el regreso, puede ducharse y cambiarse en las mismas instalaciones de la comuna, y si el chapuzón le provocó hambre, también hay un bar y lugares con empanadas y otros piqueos para finalizar el paseo.

Ingresar a esta comuna tiene un costo de $ 5 y se puede acceder a todos los servicios. Abre desde las 08:00 hasta las 17:00 o 18:00. Regresar solo toma de 10 a 15 minutos.

El atardecer y su juego de colores naranjas y rojizos no son menos hermosos que la salida del sol. Esa belleza y energía son las armas de esa población para enamorar de nuevo a los turistas. (I)