Ovacionados al inicio, ovacionados en el medio y ovacionados al final de la primera de sus tres presentaciones en Quito, los seis integrantes de la agrupación argentina Les Luthiers rindieron un homenaje al buen gusto y lucieron un trabajo que, lo probaron, trasciende en el tiempo.

De la mano de la música, el teatro y la literatura cantaron y contaron once de los mejores sketchs producidos en sus cinco décadas de trayectoria.

Ayer pisaron nuevamente el escenario de un Teatro Nacional de la Casa de la Cultura lleno, luego de trece años de su último show en Ecuador. Esta vez con una antología llamada ¡Chist!

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Iniciaron con el relato musical sobre la vida de Manuel Darío, un cantante ridículo, vanidoso y fanfarrón. Continuaron con La comisión, la historia de dos políticos que, a nombre de su presidente, piden cambiar la letra del himno de un país tan imaginario como real.

La comisión fue intercalándose entre las demás piezas breves del espectáculo: La bella y graciosa moza marchose a lavar la ropa, Solo necesitamos, La hija de Escipión, Bolero de los celos, Educación sexual moderna...

En este punto ya había pasado más de una hora de show y el público no paraba de gozar. Como hilo conductor de toda la puesta en escena de la noche, sobre las tablas, los ambiciosos enviados del Frente Liberal Populista le informaban al músico que el presidente quería que en el himno se incluya su nombre. Había mucho dinero para repartirse, empresas off shore para lavar cualquier evidencia y una avalancha de metáforas que conectaban la narración con la realidad de más de un país latinoamericano.

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Cada combinación de humor, sutileza e inteligencia llegó al auditorio con una contundencia imposible de eludir, impactó como un tiro cargado de ironía en el corazón de los sistemas autoritarios, en la moral más conservadora, en el lugar común de todos los días.

Con el carisma de viejitos genios, los fundadores de la agrupación: Carlos Núñez (74 años), Marcos Mundstock (74 años), Carlos López (70 años) y Jorge Maronna (68 años) demostraron que pueden pasar de la ópera al bolero y al rap como del teclado o el violín a la guitarra y al contrabajo.

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Martín O' Connor (50 años) y Horacio Tato Turano (63 años), que se incorporaron en el camino a la banda, resultaron ser el complemento perfecto. La voz del primero y la interpretación instrumental del segundo se llevaron un enorme reconocimiento.

Los asistentes siguieron gozando con La redención del vampiro, Encuentro en el restaurante y Los jóvenes de hoy. De yapa, pues no estaba en el playlist: el Blues de fortín

Luego de dos horas de presentación, a las 23:00, los legendarios Les Luthiers salieron rumbo a los camerinos; mientras  el público no salió contento ni satisfecho, salió feliz. Hoy y mañana, otros privilegiados podrán comprobarlo. (I)