El fracaso del DT Gustavo Quinteros en nuestra Selección provocó que la FEF lo separara, creando una especie de cesantía. Pero él mantiene el derecho a cobrar religiosamente, y sin hacer nada, los honorarios que constan en su contrato. Y eso que existió la solicitud de sensibilidad para que renunciara, hecha pública por Carlos Villacís. No hubo la respuesta esperada, todo lo contrario. El argentino alegó despido y podría tomar la vía legal con el fin de cobrar la cláusula millonaria de indemnización convenida.

Quinteros, bien asesorado, se la quiere cobrar completa a la FEF y si eso sucediera sería un fuerte impacto, pero no a las cuentas de la FEF, sino a los clubes y asociaciones, porque ese dinero es del balompié nacional. Desde mi punto de vista, cobrar íntegramente es un acto desmedido que no toma en cuenta la proporcionalidad del tiempo cumplido y lo que falta para el fin del contrato. Eso configuraría lo denominado en la contratación civil como cláusula abusiva. La penalidad que ambiciona Quinteros no podría ser exigida en su totalidad porque más del 80% del contrato ya se cumplió.

Pero se ha tenido que llegar a esta engorrosa situación por el deterioro notorio de las relaciones entre Villacís y Quinteros como detonante. Y si se agregan los resultados, que fueron nefastos, imposible era pensar en la estabilidad en el cargo del DT. Con estos antecedentes la presencia de Jorge Célico no es una coincidencia, sino que tal vez obedece a un plan ‘B’ premeditado. Vale recordar ese dicho que reza “cuando el río suena, piedras trae”. Villacís se dio cuenta de que ese río turbulento y ruidoso era capaz de llevárselo a él también.

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Los estrategas políticos sugieren que cuando hay épocas de crisis es que la imaginación debe crear elementos distractivos que generen nuevas esperanzas. Si estas llegaran a concretarse o no, siempre se lo sabrá después, pero se habría cumplido el objetivo. El inicio del proceso de Célico se ve adornado por la llamada ‘nueva era’ de la Selección. Y suena bien porque distrae e induce a predeterminar a los culpables de la conducción pasada y, además, porque los dos partidos que faltan, sea cual sea el resultado, el hecho de usar sangre nueva puede disimular o mitigar culpas.

Considero que el devenir de Célico también ha sido un amparo de carácter político con que la directiva de la FEF pretende escudarse del impacto de un probable fracaso. Es así que la FEF decidió implementar con urgencia la ‘nueva era’, constriñendo al técnico interino a someterse a nuevas directrices que implican que mientras dure su interinato realice cambios drásticos en las convocatorias.

Por eso me llamó tanto la atención la insistencia de Célico en comunicarse con su antecesor, y recibió lo que era de esperarse: le hicieron el desplante. Ahí Célico pecó de ingenuo, considerando que las nuevas directrices de la FEF eran contrarias a las tomadas por Quinteros. ¿Para qué lo llamó? ¿Qué esperaba conseguir Célico con el contacto fallido?

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La lista de convocados realizada por el nuevo DT ha sido en general aceptada porque es coherente con el momento que vive el fútbol ecuatoriano. Complace a la comunidad amarilla al ver que están cinco jugadores semifinalistas de la Copa Libertadores, además reivindica a clubes como Delfín, Deportivo Cuenca, Macará y Nacional, que reclamaban permanentemente que el anterior técnico haya sido indiferente con sus esfuerzos.

Célico se desmarca de las siempre disentidas convocatorias de nacionalizados y sobre los futbolistas que están en el exterior. Tampoco llamado a todo aquel que se contaminó con la fidelidad por el anterior entrenador. Por estas razones parte de la prensa piensa que la convocatoria fue populista, porque consiguió contentar a la afición, dirigentes y muchos más que siempre revolotean en las citaciones que haga la Ecuafútbol.

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Sería decepcionante si en un supuesto no consentido los resultados de las dos últimas fechas eliminatorias no se dan y decidan regresar a los manuales fracasados. Eso significaría que estaremos ante un acto de cobardía o que la tan invocada ‘nueva era’ era una simple cortina de humo.

Si quieren ser creíbles y sustentar el nuevo ciclo, la ‘nueva era’ debe quedar documentada debidamente, con reglas claras, que demuestren que existe una administración que sabe precautelar los intereses de la Selección. Que la planificación sea coherente y debidamente socializada con los sujetos activos del fútbol, que llegue un DT sapiente, experto, respetuoso y que considere que es un honor ser el máximo responsable de la Selección. Y en el marco reglamentario que en lo conductual y en la relación con los futbolistas deben constar principios básicos como que la citación esté más allá de caprichos, excentricidades y ambiciones desmedidas de los convocados.

Que el jugador que tenga el honor de integrar la Selección entienda que no es ni la FEF, ni el técnico, ni el empresario, ni dirigente alguno el que lo ha catapultado en su carrera, sino que es la representación nacional la que ha convalidado ser un jugador internacional. Es importante que si la llamada ‘nueva era’ se lleva adelante, tengan presente los jugadores que los ecuatorianos creen que es inadmisible que se repitan eventos como los sucedidos en Brasil 2014, cuando Jefferson Montero declaró: “Hay cosas que no se pueden decir de rabia, impotencia. Los que van a la Selección deben pensar que no es tema solo para ganar dinero”. Pensar que lo que denunció sucedió en pleno Mundial. ¡Qué vergüenza! Tengo entendido que conflictos como estos y otros han subsistido hasta hoy, por eso esperamos que en su informe Quinteros nos cuente todo para conocer en detalle las interioridades del fracaso.

La ‘nueva era’ trae algunos temores y si alguien tenía que decirlo, así lo tituló y explicó Jorge Barraza: ‘¿Renovación o temeridad…?’. Me sumo a la gran mayoría que quiere un cambio y si estamos advertidos y con conocimiento de causa, como dijo Newton, en sus famosas leyes, “por cada esfuerzo obtenemos algo a cambio, dependiendo de la reacción que deseamos que realice la acción”. De eso depende la transformación o lo que se pueda perder. (O)

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