Usain Bolt debió retirarse en los Juegos de Río-2016, en plena efervescencia, en pleno éxito, con tres oros olímpicos. Pero prefirió aguantar un año más para disputar el Mundial de Londres. Y le salió mal.

Cuando todo el mundo esperaba un final feliz, solo pudo ser tercero en la final de 100 metros del Mundial el sábado, devolviendo el poder a Estados Unidos en la velocidad, con los dos primeros puestos de Justin Gatlin y Christian Coleman.

Bolt, de 30 años, desde las series de 100 metros en Londres buscó excusas, lanzando mensajes subliminales de que no se sentía fuerte. Y cuando perdió la final, tras haber sido solo segundo en semifinales en su serie y tercero en la carrera decisiva, buscó nuevos pretextos. “La salida me mató”, admitió el Rayo, que terminó con un crono de 9.95 segundos, superado por Gatlin (9.92) y Coleman (9.94).

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Bolt no necesitaba este final. Para agrandar su leyenda le habría convenido retirarse en Río, como había anunciado en 2013. Tras el Mundial de aquel año en Moscú, donde logró el triplete 100, 200 y 4x100 metros, igual que en Berlín-2009 y Pekín-2015, además de los Juegos de Londres-2012 y Río-2016, el jamaiquino anunció que se iría tras los Juegos brasileños, pero le pudo la presión, entre otros de los patrocinadores, y en noviembre del año pasado decidió que el Mundial de Londres sería su última prueba.

Bolt puede todavía despedirse con un oro en Londres-2017 en el relevo 4x100 metros que se disputará este sábado. Sería un buen adiós para el más grande de la velocidad, pero quizá no sea el definitivo.

Poniendo como ejemplo a la antítesis del popular Bolt, Justin Gatlin, abucheado por sus escarceos con el dopaje, lo que le costó cuatro años de suspensión entre 2006 y 2010 y que aún así solo necesitó de unos meses para volver a correr los 100 metros en menos de 10 segundos y quien el sábado le ganó el oro a los 35 años, ¡35!, el regreso de un Bolt cinco años más joven que él se debe considerar posible.

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Y no solo eso, conociéndolo como es, inquieto y obsesivo, sus compañeros y adversarios –como el mismo Gatlin– aventuran que “volverá”.

Según la revista Forbes, Bolt ingresa $ 32 millones al año, así que problemas económicos no tendrá. Su sueño de ser futbolista profesional se supone imposible, aunque el Borussia Dortmund asegura que le hará unas pruebas; no le apetece convertirse en entrenador ni centrarse en los negocios y, si acaso, será imagen de Puma, que planea convertir su rayo en una marca paralela, como hizo Nike con el vuelo de Michael Jordan, pero dicen que nada de eso lo llenará, que extrañará correr.

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El 2018, carente de una gran competición, parece un periodo perfecto para un año sabático, luego vienen el Mundial de Doha-2019 y los Juegos de Tokio-2020. Solo él sabrá. (D)

No creo que esto (el tercer lugar) cambie nada. He dado todo lo que tenía para hacer más popular este deporte. No estoy decepcionado.Usain Bolt, atleta