Carlos Alejandro Alfaro Moreno habló con la revista El Gráfico sobre una de sus pasiones: Barcelona, club del que ahora es vicepresidente deportivo. El Beto explicó la razón de su apodo, por qué se quedó a vivir en Ecuador y sobre cómo ejerce su cargo en el equipo torero, al que llegó como delantero tras consagrarse en Independiente, donde fue campeón de Argentina de 1988-1989 (con Rubén Insúa, Ricardo Bochini, Pedro Damián Monzón, Marcelo Pepo Morales Néstor Clausen, entre otros).

¿Por qué le dicen Beto si se llama Carlos Alejandro?
Porque mi papá era hincha de River, me llevaba a la cancha y mi ídolo era (Norberto) el Beto Alonso. Estaba todo el día con la pelota en la calle diciendo “la lleva el Beto, toca el Beto”. Era zurdo y todos en el barrio me empezaron a decir Beto.

¿Sigue el apodo?
Todo el mundo me dice Beto. En mi oficina tengo un par de cuadros, uno es una foto a mis 19 años, en un Platense-River en el que estoy posando con el Beto Alonso. Tengo otro con Ricardo Bochini y otro con Diego Maradona. Y todo por duplicado en mi casa.

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¿Por qué eligió quedarse a vivir en Ecuador?
Hay dos motivos. En los clubes donde pude tener continuidad me pasó algo muy especial, que va mucho más allá del jugador. Lo sentí en Platense, en Independiente y en Barcelona. En 1997 (formó parte del plantel canario que en enero de 1998 ganó el título) me compró el América de México. Tenía 33 años y la gente se agolpó en el aeropuerto y no me dejaba ir, era una locura. Me fui llorando al América. Llorando con el contrato que había firmado.

La pregunta era por qué se quedó a vivir en Ecuador
A eso iba: recibí un cariño impresionante en Ecuador y por eso me aferré una barbaridad al país y a la ciudad (Guayaquil). Pero, además, me casé con una ecuatoriana. Entonces, las que deciden son las mujeres (risas). Llegué en 1994 por primera vez y a partir del 2000 me quedé a vivir definitivamente.

¿Por qué es vicepresidente de un club y no técnico?
Siempre supe que no iba a ser entrenador; viví mi carrera muy obsesivamente y no tenía ganas de estar dependiendo del resultado en el día a día. Aunque ahora sufro como loco (risas). Creo que la vida del entrenador también es muy ingrata, por eso de entrada no quise saber nada de eso.

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¿Cómo manejó ser dirigido por un amigo como Rubén Darío Insúa en Barcelona?
Siendo un hombre ético. Cuanto más amistad, más respeto y distancia.

¿Su mejor y el peor DT?
El Jorge Indio Solari (en Independiente) fue el mejor, por la confianza que me dio. Y no sé si el peor, pero no me dio la oportunidad fue Javier Clemente (en el Espanyol).

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¿Cuáles son tus preceptos básicos como directivo?
A mí me gusta el rigor institucional. Soy un obsesivo de los detalles, de la disciplina, del cuidado. Creo en una gran organización, en el cumplimiento de la palabra. Soy de los que creen que hay que dar la cara siempre. No concibo que un futbolista no viva para su profesión porque somos bendecidos por Dios.

Y no concibo que un jugador pierda un partido y cambie la camiseta. La camiseta es una bandera; cualquier cosa, cámbiala en el vestuario.

¿Por qué creció el fútbol ecuatoriano?
Empezaron a prepararse mejor. Había un compañero, afrodescendiente, no me acuerdo el nombre, que en los 100 metros me sacaba 25 de ventaja. Una bestia. Pero después agarraba la pelota y le quemaba. Insúa le decía: “Pasa, que no hay un precipicio”. Físicamente era una bestia, pero después la camiseta y las 70.000 personas le pesaban. Y hace unos 20 años se empezó a trabajar mucho más en las menores y en la preparación integral del jugador. Pudieron explotar más las condiciones físicas porque el jugador ecuatoriano es muy dotado en ese sentido por crecer en un ambiente climático difícil.

¿Al presidente canario (José) Cevallos no le pasan facturas por haber ganado la Libertadores con Liga?
No, para nada. A él lo echaron del Barcelona en un cambio de autoridades. Debió irse al Deportivo Azogues (en el 2007) y después recaló en Liga de Quito (2008).

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El jugador argentino siempre tiene un juego especial, y el técnico también. Pero hoy por hoy, en Ecuador es el momento de los DT uruguayos.Carlos Alfaro, Directivo de Barcelona

(D)