La trayectoria deportiva de Alberto Spencer –el mejor futbolista ecuatoriano de todos los tiempos, designado por la FIFA entre los 20 mejores jugadores del siglo XX, y reconocido también entre los 100 mejores artilleros de todas las épocas– nos sirve perfectamente para iniciar el tema planteado en el título de esta columna. Estoy convencido de que si el Coloso del Centenario, o Cabeza Mágica, como se lo denominaba a Spencer, hubiese jugado en estos días, su cláusula de rescisión o indemnizatoria, para el club que tenía sus derechos deportivos, fácilmente habría llegado a la importante ocho cifras altas en el mercado financiero futbolístico. Probada como fue su capacidad en adaptarse a otro medio más exigente, por el nivel cultural que llegó a poseer y por la inmensa calidad mostrada dentro de cualquier cancha de fútbol, Spencer fácilmente se habría convertido en uno de los más destacados futbolistas en cualquiera de las ligas de Europa donde hubiera competido.

Tan solo los principios sobre transferencias que primaban en esas épocas obligó que los grandes jugadores sudamericanos se mantengan en sus equipos; verbigracia, el Santos de Pelé y compañía, el River Plate de Artime y compañía, el Peñarol de Spencer y compañía, razón suficiente para que esos clubes se engrandezcan y acumulen campeonatos y glorias regionales y mundiales.

Si recorremos la historia de traspasos exitosos de futbolistas ecuatorianos a Europa nos encontraremos con la realidad de que se los puede contar con pocos dedos de una mano. El principal ejemplo es el de Antonio Valencia, absoluto triunfador. Considerando que sus primeros pasos en el Viejo Continente estuvieron llenos de incertidumbre, tanto así que el Villareal lo cedió en el 2005 a un equipo de menor jerarquía –el Recreativo de Huelva, donde no permaneció mucho tiempo–, hasta que en el 2007 dio el salto al Wigan inglés y después de una campaña destacada recaló en el 2009 en el Manchester United, donde ha permanecido durante todo este tiempo. El Toño debió superar escollos que se le presentaron como el idioma, las costumbres, las lesiones y sobre todo estar a la altura de las exigencias que los famosos Diablos Rojos obligan a todo jugador que se ponga su camiseta. Y Valencia los superó. Y lo más importante se mantiene, convirtiéndose hoy por hoy en un referente del equipo inglés y un orgullo para los ecuatorianos.

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Haciendo un esfuerzo, y sin llegar a niveles de reconocimiento, aparece la figura de Felipe Caicedo, que por su prolongada carrera por esos lares nos hace pensar que algún mérito hay que otorgarle por el hecho de haber jugado en seis países (Suiza, Inglaterra, España, Rusia y Emiratos Árabes) y confirmar el reconocimiento. Se comenta que Álex Aguinaga tuvo propuestas para jugar en dos de las principales ligas europeas, pero que el compatriota decidió permanecer en México, donde triunfó, tanto así que fue denominado como el mejor futbolista de ese país de la década de 1990.

En el recorrido de casi 60 años, con el fin de obtener el listado de futbolistas ecuatorianos que hayan tenido alguna experiencia en el fútbol europeo, recurrí al archivo histórico de Antonio Ubilla, donde conseguí importante información. De ahí se desprende que son 65 los futbolistas ecuatorianos que han tenido contrato para jugar en el Viejo Continente, repartidos en países como España, Suiza, Portugal, Italia, Inglaterra, Bulgaria, Alemania, Grecia, Holanda, Rusia, Finlandia, Bélgica, Serbia, Ucrania, Noruega, República Checa, Macedonia, Georgia, y Montenegro. Entre los jugadores más reconocidos en nuestro medio y que actuaron en esos países están: Ermen Benítez, Eduardo Hurtado, Hólger Quiñónez, Iván Kaviedes, Ulises de la Cruz, Agustín Delgado, Iván Hurtado, Joffre Guerrón, Félix Borja, Édison Méndez, Segundo Alejandro Castillo, Rorys Aragón, Jefferson Montero, Narciso Mina, Renato Ibarra, Juan Carlos Paredes, Bryan Cabezas, Cristhian Benítez y Cristhian Noboa. De todos los nombrados, creo que hay máximo dos jugadores que pudieran reclamar se los incluya en la lista de los destacados y me refiero a Ulises de la Cruz y Cristhian Noboa. Y pare de contar.

Bajo estas circunstancias, es necesario que se identifiquen cuáles han sido las barreras que no permitieron a más futbolistas ecuatorianos sobresalir en el balompié del primer mundo y a la vez preguntarse ¿por qué el jugador ecuatoriano no es apetecido en el fútbol europeo? Entre los factores más determinantes, para mi criterio están:

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1) Antecedentes. Hay pocos registros históricos de jugadores destacados y cotizados en ese mercado.

2) Adaptación. La dificultad que tiene el futbolista ecuatoriano para adaptarse a las costumbres, a la cultura, al idioma, al clima, etcétera.

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3) Profesionalismo. Los inadecuados comportamientos de varios futbolistas ecuatorianos que crearon una imagen y récord negativo en esos mercados.

4) Institucional. Pocos éxitos internacionales, tanto de clubes como de selecciones ecuatorianas, que permitan poner en vitrina a nuestros futbolistas.

5) Nivel futbolístico. En el aspecto individual está distante de las exigencias que el sistema europeo requiere.

6) Normativo. Los jugadores ecuatorianos no aplican para el régimen comunitario europeo; facilidad que sí las poseen los brasileños, argentinos, uruguayos, venezolanos, debido al flujo migratorio que tuvieron a finales del siglo 18 y principios del siglo 19. Es una ventaja que les permite ingresar con mayor facilidad a esos mercados.

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7) Contactos. La ausencia de empresarios de fútbol, expertos y poderosos en abrir los libros de pases de clubes importantes de Europa.

Es fácil deducir que son varios los motivos y complicados en su contenido, lo que limita que nuestros deportistas sean requeridos para formar parte de equipos grandes de Europa. Y si le agregamos las siguientes razones entonces entenderemos por qué es más difícil el escenario; por ejemplo, el caso que recorrió el mundo sobre los fraudes realizados con los famosos Niños con bigotes, que permitió triunfos cuestionados de selecciones ecuatorianas juveniles, con las repercusiones que consigo trae en el ámbito mundial.

Lamentablemente también hay que recordar el fallido traspaso reciente de un joven futbolista ecuatoriano a un equipo de la principal liga española, en una cantidad importante, y que se deshizo legalmente al haber sido sancionado por dopaje. Fácil es de colegir lo adverso que representó para el jugador, para el club, y por supuesto el rebote que eso produce a la imagen del futbolista nacional.

Vistas una a una todas estas aristas directas o indirectas, sacamos la conclusión de que la tarea es ardua y toma su tiempo. Pero si el fútbol nuestro no las acomete, ni las solventa desde la estructura institucional o de la preparación individual del futbolista, seguramente después de 60 años seguirá teniendo vigencia el mismo interrogante ¿por qué el futbolista ecuatoriano no es apetecido en el mercado europeo? (O)

Se comenta que Álex Aguinaga tuvo propuestas para jugar en dos de las principales ligas europeas, pero que el compatriota decidió permanecer en México, donde triunfó.