Como una “alternativa a lo ya establecido” surge Guayaquil City Futbol Club, nombre con el que se rebautizó al extinto River Ecuador. El conjunto porteño debutará mañana bajo su nueva denominación frente a Emelec, y también estrenará indumentaria. Acerca de su parecido con clubes extranjeros, el presidente Miguel Ángel Loor –antes segundo al mando– rechazó a este Diario que la joven institución se haya originado a partir de intereses ajenos.

¿De dónde surgió la idea de refundar al club?

Nació de la relación que, esperamos, tenga la gente guayaquileña con el equipo. Surge también del afecto que la directiva tiene por la ciudad. En este sentido, buscamos un nombre que fuera moderno y sonara bien. Queremos ‘refrescar’ a Guayaquil, es decir que no esté tan polarizada entre dos instituciones (Barcelona y Emelec), y ser un tercer club del Guayas, uno sólido.

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¿El equipo surge como filial de algún ente de alcance local o internacional?

Para nada. Nosotros no hemos cambiado el nombre por algún interés ligado a un equipo de afuera o el Municipio. Se trata de un club ecuatoriano e independiente, que tiene una situación jurídica autónoma. Quien piense algo distinto, está equivocado. En el tema del emblema, por ejemplo, este es una composición del escudo colonial de Guayaquil y la bandera; eso es todo.

¿Qué visión hay en torno a este ‘nuevo’ equipo?

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Queremos que este proyecto no tenga fecha de caducidad. Aspiramos a tener una estabilidad económica que permita al club financiarse solo, también un complejo deportivo, sobre el cual ya iniciamos conversaciones para la obtención de un terreno; esperamos que el próximo año se empiece a construir. También buscamos una hinchada propia en un lapso aproximado de diez años.

¿Cuál es el plan del club para acaparar aquellos hinchas que, en una vasta mayoría, se reparten entre canarios y eléctricos?

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Queremos ir ganando adeptos a partir del nivel futbolístico y lo que podemos demostrar como institución: seriedad, innovación, trabajo, etc. Esperamos que la gente poco a poco empiece a sentir apego por este equipo, que en algún momento el estadio se llene para ver a este club.

¿Existe alguna prioridad interna?

Las divisiones formativas del club son fundamentales. Queremos que nuestros jóvenes sean de alta competencia.

En lo institucional, ¿cómo se dio el cambio de funciones entre usted y José Julián Aguilar, extitular del club y hoy vicepresidente?

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Fue una decisión del directorio. No hubo mayor problema. Julián y yo conversamos y creímos que lo mejor para el proyecto es que yo sea el presidente, por situaciones diversas del club. Hay 25 socios, que por reglamento tienen que existir. Este es un club pequeño que no tiene la masa societaria que en algún momento sí quisiéramos tener.

¿A qué se aspira este año en lo que resta del torneo?

Nosotros no nos apresuramos en cuanto a metas para un torneo. Es nuestro primer año en la dirigencia. El fracaso o el éxito se va a medir de otra manera. Buscamos trabajar y sembrar las bases del club, para disfrutar después. Este no es un proyecto a corto plazo.

¿Se vivió algún retroceso en el proyecto al inicio de la campaña con el técnico español Ángel Gómez?

Empezamos mal. Eso costó en la tabla de posiciones y en el tema anímico de los jugadores. Pasaron bastantes fechas en las cuales no obtuvimos los resultados que esperábamos. Cualquier ser humano se desmotiva o empieza a sentir frustración. Sin embargo, la situación se fue revirtiendo y estamos ya estabilizados tras la llegada de Gabriel Perrone (actual estratega del club).

¿Se continuará jugando en el Christian Benítez pese al malestar de otros clubes por la cancha sintética?

Ese tema pasa porque a ciertos clubes no les gusta jugar en superficies sintéticas, pero esta está autorizada. Incluso hemos renovado el convenio con el estadio por diez años más. (D)