Siempre, al inicio de cada temporada del béisbol de Grandes Ligas, analistas y estudiosos hacen predicciones y señalan qué equipos podrían llegar a estar entre los primeros lugares, cuáles ganarán sus divisiones o cuál será el ganador de la Serie Mundial. Esos pronósticos que se fundamentan en distintos parámetros de rendimiento, altas y bajas en las nóminas, etc. Pero en esos vaticinios no aparecieron por ningún lado los Yankees de Nueva York.

Cuando se ha jugado algo más de dos meses de competencia este análisis inicial cambió porque los Bombarderos del Bronx tienen una campaña, son líderes del Este de la Liga Americana, por el trabajo de sus lanzadores y el rendimiento de sus peloteros veteranos como Brett Gardner, Chase Headley, de jóvenes con gran talento como Michael Pineda, Starling Castro, Aaron Hicks, Gary Sánchez y el retorno de Aroldis Chapman.

Pero el jugador símbolo de este resurgimiento es Aaron Judge, quien no tienen aún un año completo en las Mayores, donde aterrizó el 13 de agosto de 2016. Es habitual darles a los novatos uniformes con números altos y por esa razón Judge tiene, hasta ahora, el número 99.

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Como se dice en términos beisboleros, Judge “está rompiendo la liga” con largos y oportunos batazos -es el líder jonronero con 23-, en carreras anotadas (60), en sluggin con .704, en OBP con .445 y OPS con 1.148. Ocupa la segunda casilla en carreras impulsadas con 53 y en promedio de bateo con .335. Con 25 años es uno de los mejores bateadores de la campaña.

Si se revisa la rica historia de los Yankees en cada generación poderosa siempre hubo peloteros icónicos que dejaron marcas, recuerdos y títulos. Por esto se cree que el béisbol se ve mejor cuando un equipo tiene estrellas. Antes, cualquier déficit o baja del equipo los Yankees la arreglaban con grandes contrataciones gracias a una chequera gorda. Por esta vía llegaron Babe Ruth, Reggie Jackson, Álex Rodríguez, C. C. Sabathia, Mark Teixeira, entre otros. Pero cuando murió George Steinbrenner, propietario del equipo, todo cambió. Sus herederos prefieren mirar a sus divisiones menores y por este camino llegó Judge y rápidamente se convirtió en esperanza y realidad.

Tiene el biotipo para jugar en las Grandes Ligas; su estatura de 2,04 metros y su peso de 260 libras lo ayudan mucho. Cuenta con un potente swing, una forma segura de atrapar elevados en el jardín derecho, a los que llega pronto con su gran tranco al correr de manera formidable. Y posee un preciso brazo que enfría y paraliza a los corredores rivales. Cuenta con las herramientas suficientes para codearse con peloteros históricos.

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Por su poder con el bateo y su enorme producción están, un poco irreverentemente, comparándolo, por las estadísticas y rendimiento, con Babe Ruth. Las analogías son odiosas, pero el béisbol se mide y compara basado en las estadísticas.

George Babe Ruth era histriónico, con una personalidad atrayente dentro y fuera del terreno de juego y fue capaz de conectar la pelota y enviarla muy lejos. Cuando se presentaba al plato nadie le quitaba la vista, a la espera de alguno de sus enormes batazos. Empezó a imponer marcas que nunca antes habían ocurrido, como los 54 cuadrangulares de 1920 y fue capaz de elevar al béisbol como deporte nacional en Estados Unidos.

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Judge, en cambio, es muy discreto, sencillo, reflexivo. Es hijo adoptivo de una pareja de maestros. Tiene personalidad, carisma, talento y energía.

Habrá que verlo en la segunda mitad de la campaña. Hay de por medio las curvas descendentes, lesiones y enfermedades. Seguramente los lanzadores rivales intentarán cosas nuevas, hará sus ajustes y descubrirán algún punto débil y por ahí lo van a atacar. Parece que Judge está por ser la nueva estrella que tanto buscaban los Yankees y las Grandes Ligas. (O)

Parece que Aaron Judge está por ser la nueva estrella que tanto buscaban los Yankees y las Grandes Ligas. Tiene las herramientas suficientes para codearse con peloteros históricos.