Alcancé a verlo en la cancha de cemento del viejo coliseo Huancavilca, cuando brillaban las últimas luces de su fulgurante carrera con la divisa de LDE, de la selección de Guayas y de Ecuador. Bastaban un par de saltos, aferrarse firme a la esférica, empezar una danza de pies y manos sin que el adversario adivine por dónde iba a salir y elevarse raudo sobre la canasta para marcar dos, y dos más y dos más.

Uno confirmaba entonces que estaba ante un mago del básquet que amenazaba ya con retirarse en la plenitud del ilusionismo, de su habilidad consumada para mentir con el cuerpo, amagar por un camino y salir por otro, mientras su diestra rebotaba la pelota, que a veces se perdía entre las piernas de los contrincantes y volvía a aparecer en poder de este Houdini que regalaba tantas alegrías.

En la tarde poblada de recuerdos es imposible evitar el tropezar con la nostalgia de aquel tiempo maravilloso que consideramos la época de oro del baloncesto porteño: la era del coliseo Huancavilca. Porque nuestro básquet murió hace rato, pese a que se construyó con sacrificio un coliseo moderno, costoso, casi de lujo, con tableros de vidrio, cancha de fina madera que contrastaba con el rugoso y áspero piso del Huancavilca. Creímos entonces que el básquet iba a crecer e iba a superar la época de oro en que nos colocamos entre las primeras fuerzas de Sudamérica; cuando nuestros clubes eran invitados a giras por otros países que miraban asombrados a nuestros astros y cuando grandes equipos y selecciones eran derrotadas en nuestros escenarios.

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Todo duró solo hasta mediados de los años 80, cuando nuestra canasta empezó de declinar pese al esfuerzo de algunos clubes. Pronto se fue haciendo el silencio. Desaparecieron de los courts Athletic, LDE, Ferroviarios, Emelec, Oriente, Banco Central, Nueve de Octubre, AJAE y otros clubes de tradición y todo se acabó. ¿Cuántos años hace que el coliseo Voltaire Paladines Polo no se abre para un campeonato de básquet? ¿Quiénes son los dirigentes actuales, si es que los hay? ¿Cuál sería la respuesta de la Federación Deportiva del Guayas frente a tanta inacción? Hoy toda la actividad la cumplen la Fundación Honorato Haro y la Escuela de Víctor Zevallos Avellaneda, en categorías menores. De los dirigentes federativos, nada.

Todo esto viene a cuento porque hace pocos días recibí el dato de que Miguel Cuchichive Castillo cumplió nada menos que 93 años y se aproxima rumboso al centenario. Deben ser, junto con Fausto Montalván Triviño, legendario capitán del Barcelona de la idolatría, los deportistas más longevos.

Miguel es el personaje de las primeras líneas de esta columna. Un habilidoso consumado que provocaba sonoros aplausos en el Huancavilca desde que apareció, en juveniles, en 1940 y lo ascendieron al primer equipo en 1941. Eran los tiempos en que dominaban los escenarios Juvenal Sáenz, Víctor Caballito Zevallos, Rubén Jujú Barreiro, Gustavo Vargas, Carlos Ruiz e irrumpían a la fama Miguel y Pablo Castillo, Humberto Moreira, Augusto Jijí Barreiro y Gustavo Pavo Negrete. Ellos llevaron a la LDE a ser campeona en el torneo de 1941, derrotando al poderoso Oriente de Pepe Capobianco, Yeyo Jiménez y Marco Salinas, apodado El zurdo de la mano de oro.

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En 1942 LDE obtuvo el subtítulo superado en ardua contienda por el temible Ferroviarios de Gonzalo Aparicio, Herminio García, Samuel Cisneros, Pablo Sandiford y Álvaro Aparicio. El duelo se prolongó hasta 1944. Liga fue vicecampeón en esos años y se habían incorporado ya Víctor Andrade y Gonzalo Cevallos. Cuchivive seguía siendo la estrella y competía en aquello de la magia del dribbling con Pío Sandiford.

En 1945 LDE reconquistó la corona con un quinteto brillante, en el que estaban Miguel Castillo, Humberto Moreira, Víctor Andrade, Gonzalo Cevallos, Pablo Castillo, Heleodoro Castro y Pepe Díaz-Granados. Su rival fue esta vez Oriente, de Alfredo Arroyave, Gabriel Loco Peña, Carlos Ruiz, Yeyo Jiménez, Marcos Salinas, Boanerges Cevallos, Enrique Veloz y Gustavo Mateus.

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Aquel 1945 Miguel Castillo tuvo la oportunidad de vestir por primera vez la casaca nacional en el Sudamericano que se realizó en el coliseo Huancavilca. Compartió ese honor con Gonzalo Aparicio, Pablo Sandiford, Herminio García, Samuel Cisneros, Humberto Moreira, Carlos Ruiz, Loco Peña, Alfonso Quiñónez, Édgar Andrade, Justo Cuto Morán, Raúl Nene Guerrero, Fortunato Muñoz y Alfredo Arroyave. Jugó todos los partidos ante Brasil, Uruguay, Chile y Argentina y fue parte del quinteto que logró la primera victoria en los Sudamericanos ante Colombia por 78-38.

Castillo integró el seleccionado de Guayas que logró por tercera vez consecutiva el título nacional en el torneo celebrado en Quito, en 1946. Nadie pudo, por muchos años, arrebatarle la supremacía a nuestra selección celeste y blanco. Imposible olvidar a Miguel Castillo, Carlos Ruiz, Justo Morán, Raúl Guerrero, Víctor Andrade, Gonzalo Cevallos, Gabriel Peña, Humberto Moreira, Fortunato Muñoz, Samuel Cisneros, Gonzalo Aparicio y Herminio García. Vencieron a Loja (56-14), Esmeraldas (50-24), Manabí (60 -27) y Pichincha (42-24).

En 1947 volvió a vestir la divisa nacional en el Sudamericano de Río de Janeiro, un certamen inolvidable, pues nuestra selección se dio el lujo de vencer a Perú (48-43) y a uno de los favoritos, Argentina (47-43) con un desempeño brillante de los tres atacantes: Castillo, Muñoz y Juvenal Sáenz.

Conocí a Cuchivive a mi temprana edad, pues era vecino nuestro en el barrio de Pedro Moncayo entre Ballén y Aguirre. Mi padre fue su admirador y amigo, por lo que nos llevaba al Huancavilca a ver jugar a LDE. De esos partidos recuerdo la fina pero potente voz del jefe de la barra ligada, el inolvidable Gomita Gómez gritando ¡Adentro, Cuchivive! Cada vez que nuestro amigo tomaba la pelota y empezaba su función ilusionista. Luego me afiliaron a Liga cuando entré al Vicente Rocafuerte y más tarde me convertí en su amigo, lo cual es parte de mi fortuna espiritual.

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Jugó hasta que empezaron a llegar las nuevas figuras del elenco elegolé y se produjo la renovación que provocó que LDE conquistara nueve campeonatos y un vicecampeonato en diez temporadas. Fue cuando nació el tercer mago de la canasta: Jorge Chato Mejía. Sus antecesores fueron Caballito Zevallos y Cuchivive Castillo.

Me contaron que a Miguel le van a hacer un reconocimiento por su trayectoria en el deporte y su indiscutida integridad como funcionario público. Es grato que se brinde un homenaje a un personaje guayaquileño ejemplar que ha dado muestras de nobleza y caballerosidad en cada minuto de su vida. (O)

Desaparecieron de las canchas Athletic, LDE, Ferroviarios, Emelec, y otros clubes de tradición y todo acabó. ¿Cuántos años hace que el Voltaire Paladines no se abre para un torneo de básquet?