Se va Xabi Alonso, que anunció su retirada el lunes anterior, y el fútbol pierde a un mediocentro excepcional. Desde su breve aparición en el Eibar hasta su etapa final en el Bayern de Munich, Alonso ha forjado una carrera fascinante, por títulos y por recorrido. Se consagró en la Real Sociedad, donde estuvo a un centímetro de ganar la Liga en la temporada 2002-2003, y fue figura en el Liverpool, cuyos aficionados no logran olvidar el triángulo Mascherano-Alonso-Gerrard.

Su fichaje por el Real Madrid en la temporada 2009-2010 terminó con la debilidad en una posición desdibujada desde el traspaso de Makelele al Chelsea en el 2003. En el Madrid se ganó el respeto general por su ferocidad competitiva, personalidad para exigir la pelota, precisión en los pases y admirable esfuerzo defensivo. Josep Guardiola exigió su fichaje cuando dirigía al Bayern, donde Xabi mantiene su prestigio y sueña con su último gran desafío: conquistar su tercera Champions.

Su recorrido en la selección española alcanzó las mismas cotas de excelencia. Titular indiscutible en el Mundial 2010 y en la Eurocopa 2012, donde probablemente ofreció sus mejores prestaciones, Alonso fue crucial en la Eurocopa 2008. Luis Aragonés le reservó un papel poco visible, pero de una enorme importancia en el equipo. Ingresaba poco antes de la hora de juego para cerrar los partidos defensivamente. España no recibió un gol con Alonso en el campo. Su conexión con Senna resultó perfecta. Con Sergio Busquets formó una pareja histórica. Dos jugadorazos capaces de ajustar todo su conocimiento al servicio de la selección que deslumbró al mundo. Ahora anuncia su despedida y no descarta ejercer de técnico. De hecho, está cantado que será algo más que un entrenador: será un gran DT.

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Xabi Alonso ha observado el fútbol desde la mejor posición posible en el campo, en equipos como Real Sociedad, Liverpool, Real Madrid, Bayern y la selección española, con un espíritu analítico, al servicio de los entrenadores más célebres de nuestro tiempo, Guardiola, Mourinho, Carlo Ancelotti y Rafa Benítez, entre ellos. Ha visto mundo, ha ganado todos los grandes títulos y ha demostrado la personalidad necesaria para ser importante junto a los más importantes futbolistas del mundo. Sus características (nunca ha sido un futbolista explosivo) le obligaron desde muy joven a leer los partidos con vocación microscópica.

Abandona el fútbol a punto de cumplir 36 años. Tiene energía, confianza y conocimiento para proyectar como entrenador lo que otros jóvenes sin experiencia, pero con una trayectoria que les avalaba, consiguieron más o menos a la misma edad. Aragonés, Javier Clemente, Guardiola, Mourinho y Capello, por citar a técnicos bien conocidos en España, comenzaron su trayectoria a una edad parecida y todos lograron el éxito con gran rapidez, antes de cumplir 40 años. Pocas cosas están más sobrevaloradas en el universo de los DT que la experiencia.

Alonso tiene todas las cualidades para ser un gran técnico. Hace falta que algún equipo de prestigio y tradición se atreva a comprobarlo. Si es cierto que Ernesto Valverde es la primera elección del Barça y el técnico acepta la oferta, el Athletic difícilmente encontrará un recambio mejor que el de Xabi Alonso. Todas las tonterías que se escuchan sobre su pasado en Real Sociedad se desmienten por sí mismas. En el Athletic han jugado, y han sido más que queridos por la hinchada bilbaína, Bittor Alkiza (hijo del presidente de la Real), Loren (actual secretario técnico del equipo), Imaz (delegado del Athletic) y un buen número de futbolistas formados en ambos clubes, entre ellos Iraola y Aduriz.

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En un mundo donde Johan Cruyff jugó en el Ajax y el Feyenoord, Franz Beckenbauer en el Bayern Munich y en el Hamburgo que detestan los bávaros y Capello en el Milan y la Juventus (luego dirigió a los dos grandes de Italia), suena a broma barata cualquier intento de colocar a Xabi Alonso una etiqueta tan poco profesional.

Porque si algo le ha distinguido toda su vida es su espartana profesionalidad. Lo demás (trayectoria, conocimiento, fiebre ganadora y capacidad de mando) no admite duda. (O)

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