El Super Bowl es uno de los eventos deportivos más importantes del año. Pese a tratarse de un juego de habilidad física y capacidad mental, la tecnología también juega un papel importante en el desempeño de los equipos que disputan la final del campeonato de la National Football League.

La última edición del Supertazón, ganada por los Patriots de New England el pasado domingo, dejó en evidencia varios elementos tecnológicos sin los cuales hoy el deporte principal estadounidense no alcanzaría su máximo desarrollo.

Por ejemplo, el uso de auriculares es muy normal en la zona técnica de ambos equipos. El entrenador está en constante comunicación con tres elementos clave: los coordinadores técnicos, quienes sugieren la mejor jugada para defender o atacar, y el quaterback, el jugador más importante del equipo en pista, quien funciona como cerebro del conjunto. Este último sigue las indicaciones del técnico y las traslada a los demás componentes del equipo.

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Los árbitros también se comunican entre sí mediante un canal interno para determinar la validez de las jugadas, decisión sostenida en el acceso a repeticiones instantáneas y sensores en los balones que dan más precisión a los juicios.

Una de las novedades del Super Bowl 51 fue la utilización de unos sensores en las hombreras de los jugadores que mandan estadísticas de cada jugador directamente a los analistas de FOX, la cadena que este año retransmitió el evento.

Por si esto fuera poco, el estadio NRG de Houston (EE. UU.), que albergó a los Patriots y Falcons, contó con una conectividad wifi abrumadora. Aquello permitió a los más de 72.000 asistentes al juego compartir fotos y videos en redes sociales al instante.

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Estos y otros elementos propios de la tecnología hacen de este deporte uno de los más interconectados del mundo, sin dejar de lado el entretenimiento natural que otorga. (D)