Lo que presenciamos, y que por cierto llena de vergüenza al deporte del fútbol, como también a nuestro país, se suscitó el domingo pasado en el estadio del ídolo Barcelona. Las escenas vistas y vividas deploran enormemente el concepto que puedan tener las naciones hermanas sobre el comportamiento de los hinchas ecuatorianos.

Debe haber correctivos, sanciones, suspensiones y palabras fuertes para tales simpatizantes que protagonizaron aquellos desmanes en el estadio de un club que ha enorgullecido al país por su idolatría y por lo demostrado en canchas extranjeras.

¿Soluciones? Sí las hay. Una de ellas es que todo miembro de las barras tenga un carné y que al asistir a los estadios presente esta identificación junto a su cédula de identidad y que sea revisado íntegramente para impedir que ingrese algún objeto con el que pueda agredir a algún otro hincha; con eso se evitarían batallas de pedradas, cuchillos y botellas en el presente y en el futuro.

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El fútbol ecuatoriano tiene dos ídolos, Barcelona y Emelec, clubes que precisan de sus barras para recibir el aliento en sus respectivos partidos, pero cada una de esas instituciones debe hacerse responsable y revisar a sus propios hinchas cuando les toque jugar en casa o de visita.

¿Por qué miles de hinchas amarillos se han ausentado de los estadios? Seamos muy claros, desde hace mucho tiempo hay innumerables aficionados y familias que se animan a ir al fútbol, pero no van precisamente para no ser ofendidos, maltratados o lastimados.

Evitemos perder vidas en escenarios deportivos, demos al fútbol su jerarquía, eduquemos al hincha con un manual, entreguemos un carné a cada miembro de barra y vayamos a observar un encuentro en el que aparezcan dos vencedores: el equipo que gane en cancha y el balompié, como deporte universal y generador de paz... (O)