Parque de los Príncipes colmado, festivo y exultante, desmintiendo la supuesta frialdad de los franceses. Las tribunas metían calor a la gélida noche del pasado domingo en París (y el partido fijado para las 21…) Ronaldinho, con chaqueta y bufanda del Paris Saint Germain, saluda desde el centro del campo a los aficionados, hace el saque de honor y la hinchada del PSG lo ovaciona, recordando sus dos bonitas temporadas en el club, que fueron la vidriera antes de su consagración en Barcelona.

En los palcos, el príncipe Alberto, antes dueño y presidente del Mónaco, ahora su hincha número uno, hasta con gorrito rojiblanco. Cerca suyo, el expresidente francés Nicolas Sarkozy con cara de no pescar una de fútbol (pero conviene estar) y a su lado el magnate catarí Nasser Al-Khelaifi, propietario del PSG, de la cadena televisiva Bein Sports y algunas cositas más. Todos emponchados hasta las orejas. Lo curioso: un 5, tal vez un 10% del estadio, en una curva, ocupado por hinchas del Mónaco, con sus ultras y todo, varios de los cuales para demostrar su ferocidad y virilidad vieron todo el partido en cuero, pese a que el termómetro cantaba 1 grado apenas. La barra brava del Mónaco… Esa no la teníamos; ¿de dónde salen…?

En ese ambiente de rivalidad, de choque grande, se jugaba un partido si no clásico (este es PSG-Olympique de Marsella), sí de gran tradición: PSG es la capital, la exigencia máxima, sobre todo desde que los petrodólares le dieron vuelo continental; Mónaco es siempre un rival de extremo cuidado, gran descubridor de estrellas como Thierry Henry, David Trezeguet, Yaya Touré, George Weah y tantas más. Y el club que más veces le ha ganado en la historia al Paris Saint Germain: 41. En los suburbios del planeta decimos “Lo tiene de hijo”.

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El domingo de mañana la tabla decía Mónaco 48, Niza 46, PSG 45; los demás, despegados. Pero antes del duelo de la noche en París, el Niza ganó 3-1 y obligó a los otros dos a buscar la victoria o se les iba el tren. Fue un buen estímulo, se prodigaron al máximo. Y valió la pena verlo, aunque hubo más lucha que fútbol, enaltecieron al fútbol francés.

Se vio intensidad y jugadores interesantes, el mejor de todos ellos Thomas Meunier, lateral derecho belga del cuadro capitalino. Espectacular escalando por su banda, toda una revelación, llegó en julio procedente del Brujas y seguro se lo van a pelear en España o Inglaterra. Un gigante con habilidad y coraje. “Y es suplente, juega porque no está Aurier”, nos dice Juan Pablo Palacios, colega peruano radicado en Francia. Aurier es el agresivo carrilero marfileño, no convocado pues recién volvió de jugar la Copa Africana.

El plantel parisino es impresionante y ultramillonario. Hay cinco brasileños (Marquinhos, Lucas Moura, Thiago Silva, Thiago Motta, Maxwell), 3 argentinos (Pastore, Di María, Lo Celso), dos alemanes (Trapp, Draxler), varios franceses, Cavani (Uruguay), Verratti (Italia), Krychowiak (Polonia), todos de selección y todos contratados en fortunas, como la última, Julián Draxler, llegado hace un mes del Wolfsburgo por entre 36 y 40 millones de euros.

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Pep Guardiola también estuvo en el estadio, seguro para observar in situ a su próximo rival en los octavos de final de Champions. Porque en dos semanas se enfrentan Manchester City y Mónaco. En cambio, nuestra curiosidad mayor pasaba por Falcao García. Radamel tiene un buen presente y, comparado con sus últimos tres años, vive una nueva primavera. Está en los planes del DT portugués Leonardo Jardim, no tiene lesiones, es titular y máximo anotador del equipo. Hasta el fin de enero marcó 12 de los 65 goles del Mónaco en la Liga 1. No es para descorchar champán, sí para devolverse la fe y la alegría. La serenidad sobre todo. Está claro que para un futbolista cuyo pasaporte dirá 31 años el 10 febrero y que ya es inmensamente rico, lo importante es conseguir estabilidad, jugar. Sobre todo después de sus traumáticas experiencias pos-Atlético de Madrid. Y volver a la Selección, pero volver con protagonismo, con goles y gloria.

Claro que el partido (finalizó 1-1) no fue fácil para el de Santa Marta: no recibió un solo pase en los 95 minutos que duró. A los 49 minutos recogió un rebote en el área del PSG y en una media vuelta rapidísima sacó un balazo de derecha que era gol, debía serlo, pero se lo adivinó el joven y muy buen arquero Areola y lo sacó. Si Pekerman o sus asistentes estaban mirando el juego, tienen que haber ponderado esa media vuelta que evidenció que está bien Falcao, con las antenas prestas, como debe estarlo un goleador que se precie. Tiene los reflejos del matador. Es muy posible que juegue ante Ecuador en Quito el 28 de marzo.

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Por lo demás, jugó arriba con Valère Germain, un discreto compañero de ataque con el que no tuvo conexión. Tampoco recibió balones de Lemar o Bernardo Silva, volantes con manejo que podrían tocar con él. Todos están muy ocupados en tapar la subida de los medios rivales. En esa isla perdida en el medio del mar que era la boca del área, se debatió como Robinson Crusoe. En la segunda parte bajó varios metros a ver si tomaba contacto con la bola, pero tampoco se embebió de ella. Mónaco se cuidó seguramente más de lo habitual para no perder la punta.

Jardim, joven entrenador portugués (nacido en Venezuela), es más mourinhista que guardiolista. Su estilo es similar al de Fernando Santos, DT de la selección lusa: un eficiente, sus equipos son ordenados, luchadores, con buena organización defensiva, pero no se puede negar que buscan el aro. En 22 partidos logró 11 goleadas y suma 27 goles más que el Niza, el colíder. De modo que ataca y eso le conviene a Falcao, aunque seguro le caería mejor una escuadra con posesión y llegada en bloque. Pero entre Liga, Copa y Champions lleva 18 goles, falta mucha temporada y no es descabellado pensar en los 34 o 36 tantos de los tiempos de Porto o Atlético de Madrid.

“Falcao está muy bien, ha relanzado su carrera, lo esperaron que hiciera bien su recuperación, se integró y es líder en el Mónaco junto con el arquero Subasic y el zaguero Glik”, agrega Palacios. “Incluso se ha implicado con el idioma, quiere aprenderlo. Jardim es un tipo defensivo, su fuerte es la contra, pero el Mónaco tiene el promedio de gol más alto de las grandes ligas europeas. De visita, Falcao juega solo en punta, de local participa más en el juego”. Mediterráneo, yates, autos de superlujo, vida cinco estrellas en Mónaco… A veces le llega una pelota por partido, o ninguna, y hay que sacarle jugo a las piedras. Pero lo está sacando Radamel. (O)

“Falcao está muy bien, ha relanzado su carrera, lo esperaron que hiciera bien su recuperación, se integró y es líder en el Mónaco junto con el arquero Subasic y el zaguero Glik”.

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