Con la memoria intacta a sus 71 años, César Jiménez Lascano recuerda cada detalle de su vida como nadador y cómo superó una enfermedad que nunca lo empujó a rendirse: el cáncer.

En el 2005, el otrora múltiple monarca intercolegial de natación –con el Vicente Rocafuerte– se alistaba para afrontar una prueba deportiva más, ahora a nivel máster (25 años en adelante): el Mundial en Canadá. Pero antes del torneo, por molestias en su salud, se realizó un chequeo médico. No imaginaba la noticia que le darían.

“Me dijeron: Tiene cáncer. Si no se opera en diez días, se muere”, cuenta Jiménez, cuya familia tiene un historial de padecimientos similares.

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Conocer que al igual que sus hermanos –y luego sus hijas– era víctima del cáncer que, en su caso le afectaba al estómago, lo conmovió tremendamente, así como a su esposa y una hija con quien vivía. “Fue un balde de agua fría. Cuando llegamos a la casa, nos abrazamos y lloramos por un rato”, rememora.

Pero la pesadumbre le duró poco. Jiménez, quien se considera una persona positiva y de carácter jovial –actitudes que ha mantenido a lo largo de su vida–, entendió rápidamente que no podía dejarse vencer por una afección tan traicionera.

“No más llanto”, le pidió a su familia. “Aquí nadie llora. Yo no quiero energía negativa; yo voy a luchar”, sentenció, y puso su vida “en manos de Dios”.

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Dos semanas después, el antiguo nadador del Náutico Guayas –poderoso club en la década del 60– entró al quirófano para que le extrajeran el estómago y le conectaran el esófago al intestino delgado.

“Me vi al espejo y casi me caigo para atrás. Al salir del quirófano pesaba unas 60 libras menos”, relata Jiménez, quien antes de esta intervención era “un hombre robusto desde siempre”. Pero ese momento doloroso fue un impulso para lo que llegaría luego. Pocos meses después de la operación, volvió a lanzarse al agua porque no pretendía dejar de lado la natación como actividad competitiva.

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Ya había participado en el 2003 en el Sudamericano Master de Natación en Colombia, al igual que en el 2004 en Perú.

Así, a fines del 2005, Chile lo vio coronarse campeón máster a nivel regional, algo más de un semestre después de que le extrajeran el estómago. “ Recuerdo incluso que, como nunca (en la prueba final), caí de barriga (a la piscina), pero no sentí dolor. Al llegar al final vi a los lados y no había nadie”. Fue primero.

En Perú 2006 repitió la gesta, lo que lo entusiasmó para nadar en el Mundial de Los Ángeles ese año, junto con la élite de la natación. No hubo medallas, pero fue una experiencia “que me llenó mucho”, dice.

Luego hubo más certámenes recorriendo casi todo el sur del continente. “Me falta Paraguay; allá espero ir pronto”, enfatiza Jiménez, quien también fue nadador tricolor en el Sudamericano de 1964, en Guayaquil.

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Con orgullo, el septuagenario rey de las piscinas muestra las preseas obtenidas en el Sudamericano Máster efectuado en Uruguay, en noviembre pasado. “Son seis medallas, tres de ellas de oro”, destaca Jiménez, especialista en 100, 200 y 400 metros estilos combinados.

Sus coronaciones lo motivan para seguir entrenando –lo hace dos horas al día–, cuenta. “Mi deseo es ir al Mundial de Budapest en julio próximo”, revela.

Ahora, Jiménez –quien hasta el 2016 presidió la Asociación Provincial de Natación– suele viajar a Estados Unidos para hacerse chequeos de rutina; sin embargo, afirma con una sonrisa –la que no perdió nunca, como aseveran él y sus amigos cercanos–: “Yo al cáncer lo superé; no pudo conmigo.(D)

Me alistaba para el Mundial 2005 de Natación en Canadá cuando luego de un chequeo médico me dijeron que tenía cáncer. Fue como un balde de agua fría, pero no me rendí.César Jiménez, nadador máster