Jamás se hubiera pensado que solo se necesitó de una conversación preliminar para exponer al alcalde de la ciudad la necesidad de contar con un espacio físico para que el torneo Interbarrial de Fútbol de Diario EL UNIVERSO dejara de ser un gitano y pueda desarrollar sus jornadas futbolísticas.

Se visitaron varios sitios de esta metrópolis en los cuatro puntos cardinales; lógicamente analizado con gran mesura para que, de darse la obra, el lugar fuera el más apropiado en su funcionabilidad.

En el año 2002 la opción recayó en el conocido basurero de San Eduardo, sitio destinado en ese entonces al acopio de miles de toneladas de basura, donde reposaban hasta la eternidad. Con el pasar del tiempo, las francas reuniones y con las directrices exactas, se decidió que este era el sitio ideal para edificar la obra deportiva, que hoy es calificada como el “templo futbolístico del niño”. Sepa la comunidad ecuménica que quienes la visitan actualmente quedan perplejos y asombrados, ¿por qué? Porque de un basurero se convirtió en un complejo futbolístico.

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Dos años se necesitó para su construcción, se la concluyó en el 2004. A la inauguración llegaron las más altas dignidades del mundo del balompié. Fue una ceremonia sencilla y desde entonces, el niño y el joven de nuestro país tienen uno de los mejores escenarios deportivos de América.

¿Cuándo fue la fecha inaugural? El 12 de noviembre del 2004. Exactamente hace siete días la Ciudad Deportiva, que lleva como nombre imborrable Carlos Pérez Perasso, cumplió doce años de vida, en los que ha visto pasar a decenas de clubes y selecciones que han pisado sus canchas.

No más letras y no más palabras, actualmente esta inmensa obra, a más de las actividades deportivas que se desarrollan allí, es un verdadero sitio turístico de la ciudad. Su frescura, su brisa, su arborización, el trinar de miles de pájaros y los millares de goles que se gritan, le dan relieve de ser un gigante con alma de niño... (O)